«CLAVE DE MÍ», por MARÍA ROSA INFANTE

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Cansada de las listas. De todas. Soy de las que siempre han hecho una lista para cada cosa, algunas las leo o las recuerdo y son irrisorias.

Voy a romper mentalmente todas las que hice en mi vida para hacer otra, que debiera ser la primera y la última, la fundamental, la que vale la pena, pero más la alegría.

VIVIR  ES: emocionarse y emocionar. Dejarse ir. Viajar y compartir. Resistir. Sentirse y sentir. Quedarse a escuchar. Aceptarse y aceptar. Elegir ser la excepción de vez en cuando. No tener límites en el corazón ni en la imaginación. Aprender a reír si no supiéramos hacerlo. Con otros y de nosotros mismos.  Soñar y auspiciar sueños ajenos. No tener confines cuando hay ganas de dar o hacer. Elegir de qué parte estar. Armonizar. Buscar la belleza verdadera. Hacer de cada lugar donde estamos un hogar. Soltar cada tanto los frenos, frenar si fuera necesario. Cantar, bailar, pintar, dibujar, trabajar, gozar, llorar, consolar, acompañar, parir, parirse. Mirar y ver.  Ser de veras uno mismo. Tener respeto verdadero por todas las vidas. No avergonzarse del llanto pero no habituarse a él. No dejarse vencer. Oler la mañana. Sentir en el aire el perfume de mamá.  Esperar un mañana mejor aún habiendo tenido un día para el olvido. Tener convicciones. Defender principios. Desafiar aquello que valga el desafío. Apretar los dientes, relajar el cuerpo. Buscar cada noche el secreto de la felicidad, o cada día, cada uno sabe. Creer también sin ver. Buscar tesoros perdidos. Dormirse con un beso y despertarse con otro.

VIVIR ES no rendirse dulcemente al destino, es hacer nuestra suerte, es rogar a Dios y dar con el mazo. Escribir renglones sin sentido, hablar palabras sin ton ni son. Colorear el horizonte, admirar amaneceres, atardeceres, anocheceres. Vibrar de ternura con la vos de un niño, estremecerse con la caricia del ser amado, condolerse con el alma torturada, con los sufrientes.

VIVIR ES permitirse una locura, mantener una promesa, dejar un rastro de nuestro pasaje. Parpadear de asombro con y como un batido de alas al improviso. Mirar a tus hijos y que todo pase. Mirarlos y que nada duela.

Mirarlos y que el mundo tenga sentido. Atragantarse de sentimientos nobles, alejar los mezquinos. Dejarse mojar por la lluvia, despeinar por el viento, besar por el sol. Ir con los ojos más allá de lo obvio, donde no llegan las miradas. No entender mucho, intentarlo y si no se puede, reír, sin burlarse. Maravillarse de un paisaje cualquiera. Ser flexible, ser terco, según la ocasión. Sobrevivir por momentos. Saltar más allá del infortunio, tener coraje, construirse momentos inolvidables.  Morir antes o después. Tener a mano recuerdos, tener oxigenados los sueños. Haber hecho al menos un largo viaje, aunque adentro del alma. Descubrir el propio talento, y no traicionarlo. Fluir como el río de Heráclito. Dar y darse. Mirar cada día con ojos de niño y aconsejar con sabiduría de viejo. Ver colores nuevos. Saborear el nuevo día. Envejecer con quienes te aman.

VIVIR ES un juego que nunca se empata. Un crucigrama sin definiciones, porque cada uno escribe sus propias palabras. Como justamente estoy haciendo ahora, mi lista, que puede ser la tuya o no, a la que agregarás renglones o quitarás otros.

Esta manía mía de enumerar, de hacer elencos, para no olvidar.

Para vivir, en este caso.

 

Por MARÍA ROSA INFANTE