SOSIEGO
Silencios recorren la tarde apagada
cual estampa del tiempo en el que fuimos felices;
revelando desnudo el sabor descompuesto,
de un dolor recurrente que lastima las llagas de un corazón despoblado.
Duele como dagas, como abejas enviciadas que pican , y no mueren;
muerte que avisa, que tal vez, aún sea peor, el morir y ser olvidado,
el pagar ese precio de difunto en lo eterno,
sin siquiera una flor que condense las pascuas
o el deseo infantil de una reencarnación…
Hoy no estoy muerto pero tampoco estoy vivo ,
sólo soy algo, cosa, ¿alma? que dibuja unas letras,
para intentar que este otoño no me rompa en pedazos
como estatua de mármol que una vez se cayó…
Por JUAN PABLO LURASCHI