BUENOS DÍAS A LAS MUJERES
Buenos días, mujeres. Todas.
Las que mañana se levantarán con el cuchillo entre los dientes, para dar batalla a la vida.
Las que apenas amanecidas llevarán hijos a la escuela, después irán al trabajo, después al super, después a preparar la cena, y después, y después, y después …
Las que eligieron ser madres. Biológicas o del corazón. Las que eligieron no serlo. Las que quieren y no pueden. Las que los tuvieron sin quererlos. Las que en un futuro estarán en alguna de estas situaciones.
Las fieles. Las amantes, las que son engañadas y las que engañan.
Las que ahora mismo temen, sufren, lloran por el motivo que fuere. Cuando sonríen, esas son las que iluminan el universo entero, aún en el dolor.
Las muy estudiosas, las perezosas, las que saben lo que quieren, las que no y nunca lo sabrán.
Las que luchan para permanecer de pie. Las que defienden sus vidas. Las que no pueden, no pudieron, no podrán hacerlo.
Las que gritan en la calle por los derechos de todas. Pero también las que en silencio hacen lo propio.
Las que se sublevan y nos sublevan. Las que nos arden en la conciencia y en la mirada.
Las que fueron y son ejemplo a seguir, las que son ejemplos para no hacerlo.
Las que son inspiración, las mártires, las cómodas, las indolentes.
Las que denuncian, las que consuelan, las que acompañan.
Las que siguen creyendo en el amor y en los muchos, infinitos hombres buenos.
Las que quieren todo: derechos y flores y bombones y el sueño completo.
Las enteras y las que juntan sus retazos.
Todas. Mamás, abuelas, hermanas, tías, hijas, amigas, esposas, jefas, obreras, profesionales, amas de casa, altas, bajas, gordas, flacas, viejas, maduras, jóvenes, morochas, pelirrojas, rubias, jubiladas, científicas, aristocráticas, villeras. conservadoras, progresistas, vanguardistas, bailarinas, escritoras, fotógrafas, cocineras, empleadas domésticas, maestras. Las de tacos infinitos y las descalzas.
Buenos días a todas las mujeres de espíritu libre. Buenos días especialmente a ellas, cuyos espíritus no pueden capturarse ni encarcelarse.
Porque un espíritu libre solamente puede amarse.
Por MARÍA ROSA INFANTE