«RINCÓN LITERARIO», poema de MARÍA ESTHER MIRAD

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A los nuevos parias, las sobras del mundo,

Los expulsados de sus países por un régimen político,

Por las guerras, por el hambre…

 

Envolvieron en viejas pañoletas, el llanto de los hijos,

el fragor de las balas, el taladro del hambre.

Encerraron en cajas desfondadas, a dioses heredados,

al habla y la memoria.

Apagaron el fuego. Entornaron las puertas.

Salieron al camino, con el rumbo borrado,

con los pies hacia nada, con los ojos vaciados.

Engrosaron la lava que incinera la hierba,

que enmugrece el desierto.

Sembraron en el aire un palomar de tiendas,

con sólo una frazada que desciende del cielo

y una lámpara sola, colgada de una estrella,

que borra los fantasmas

que asustan a sus niños, en las noches sin hadas.

Un ciempiés con cien lenguas.

El bíblico castigo de esta Babel errante,

huyendo del infierno de un diluvio de acero.

Tienen hedor a muerte. Sobran en todos lados.

Les robaron el nombre. Les quemaron la sangre,

Nadie viene a salvarlos.

Y siguen arrastrando por los campos minados,

las hilachas de sueños, los harapos helados…

Sin embargo, en medio del infierno,

hay una luz que empuja por brillar en el barro

y un vientre gigantesco que crece día a día,

hecho con los retazos de pieles diferentes.

Un vientre inmensurable, que está gestando al hombre,

que vendrá a rescatarlos.

 

 

TEXTO: MARÍA ESTHER MIRAD