«UN CUENTO DE FIN DE AÑO», por JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

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Cada año, el día 31 de diciembre los ángeles se toman un descanso y se distienden sentados al borde de las nubes, escuchan como los deseos de las personas suben al cielo.

¿Qué hacen? Dijo un ángel que llego rezagado.

Nada nuevo, acá como siempre, escuchando como se elevan los deseos de fin de año al cielo, contestaron los ángeles.

¿Hay algo nuevo?

¡No nada nuevo! Los mismos pedidos de siempre “amor, paz, salud, felicidad”, respondió el ángel más anciano.

¡Pero eso es cosa muy importante! dijo el ángel recién llegado.

¡Sabes lo que pasa! llevo miles de años escuchando los mismos deseos de fin de año, ¡los seres humanos no se dan por enterado que esos pedidos no recibirán del cielo como si fuera un regalo!, dijo muy exaltado el anciano.

¡Está bien no para que pongas así! Dijo el ángel recién llegado, ¿que podíamos hacer para ayudar a los seres humanos?
¿Serias capaz de bajar a la tierra y murmurar en sus oídos y orientarlos en los verdaderos deseos? Consulto el ángel más anciano.

¡Claro que sí! Respondió el ángel muy entusiasmado.

Al recibir una respuesta positiva los ángeles se pusieron a deliberar entre ellos y estuvieron de acuerdo en ayudar y orientar a los humanos, el ángel que tuvo la idea descendió a la tierra disfrazado de murmullo.

Comenzó a visitar uno por uno a cada ser humano y murmuraba en sus oídos, trabajo durante todo el día, murmuro, murmuro incansablemente, hasta segundo antes del comienzo del nuevo año.

El anciano ángel estaba sentado en la nube, muy nervioso esperaba la llegada de los pedidos de deseos de fin de año, segundos antes de las 12 de la noche, llego el primer pedido de año nuevo, un hombre reunido con una multitudinaria concurrencia de personas les decía.

Un nuevo año está por comenzar, desde este momento hagamos que las cosas cambien, comencemos nosotros a crear un mundo mejor, sin violentos y más tranquilos, sin armas y más desarmados, menos desamor y más amor, menos indigno y más dignidad, menos pandilleros y más profesores, menos prisión y más libertad, menos negocios y más escuelas, menos racismos y más unión, menos hambre y más trabajo, menos desforestación y más naturaleza, menos capitalismo y menos pobres, menos inmigrantes y más ciudadanos, menos guerras y más paz.

Entrelacemos los dedos y unamos nuestros corazones, formemos una guía humana, estemos juntos los niños, los jóvenes y los ancianos, que el amor fluya de cuerpo en cuerpo, que mucha falta le hace a nuestra sociedad, si todos juntos los de aquí presente deseamos esto de corazón, podemos conseguirlos, de no ser así créanme que estamos perdidos, nadie hará algo por nosotros para que tengamos una vida feliz.

Al escuchar esto el ángel anciano, regocijo su corazón de felicidad, rió para sus adentros y pensó, ojala este sea el comienzo de que los seres humanos pidan el verdadero deseo de la felicidad.

 

Por JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Fuente: http://peperonity.com/sites/cuentos.infantiles/21849188;jsessionid=D49EC1F37D052DAC888F9C87D73B5E51.cdb04