DARÍO GIGLI: «TENER COVID ES UNA EXPERIENCIA TERRIBLEMENTE ENLOQUECEDORA»

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En ocasiones, los testimonios en primera persona de situaciones difíciles ofician más que ningún otro discurso para visibilizar esas situaciones. Porque quién las pasó, tiene autoridad como nadie para relatarlas.

En medio de la pandemia de Covid, y en horas muy preocupantes para la Ciudad, un vecino de Casilda, muy conocido, que ocupó distintos sitios públicos, sea desde la gestión muinicipal, como desde la Unidad Regional IV de Policía, como desde la actividad cultural, Darío Gigli, es quien relata su experiencia al haber contraído coronavirus.

Ante los micrófonos del Programa “Primera Data”, de Récord 91.1 – Radio Casilda, Gigli compartió el difícil trance que le tocó atravesar: ““Después que se pasa esta situación quedan no sólo secuelas físicas, sino que quedamos con cierta sensibilidad, por lo menos los que lo pasamos mal queremos borrar lo que pasó, no hablar, no decir,  pero vale la pena hacerlo, ya que podemos ayudar a la conciencia de la gente”, comienza.

“Mi actividad laboral está dentro de las actividades esenciales, a través de una agencia de vigilancia y seguridad privada, con la que prestamos servicios a industrias, comercios, instituciones, lugares donde la probabilidad de contagiarse está presente. Ahí, cumpliendo ese trabajo, fue que me contagié”, continúa.

“Un par de días después, y allí supe que me había contagiado, comencé con síntomas, caí en cama, con dolores corporales, musculares y de articulaciones, diarrea y fiebre. Me hisoparon, y el resultado fue positivo. En un llamado de los que me hicieron quienes estaban a cargo de mi seguimiento, me dijeron que por los síntomas que manifestaba debía internarme, ya que la situación se ponía más difícil, y ahí fue que me internaron en Sanatorio Primordial”, explica.

“Estuve 16 días en el sanatorio, es una situación muy mala, muy difícil, con fiebre y la diarrea no cesaban, perdí el gusto y el olfato, en soledad, encerrado en una habitación a la que los médicos y enfermeras entran y salen rápidamente, con toda lógica, porque en esas habitaciones está el Covid. Es difícil poder explicar realmente lo que se siente en esa estancia, esos días fueron una tortura, uno está mal, se siente mal, no sólo por los síntomas, sino por la incertidumbre de saber cómo es la evolución de lo que se está transcurriendo”, dice Darío.

“Mi situación llegó a un punto donde se decidió la trasfusión de plasma, antes de pasar a un estado de gravedad mayor al que ya tenía. Hasta que uno de los médicos, con quienes compartíamos toda la situación y llegamos a tener mucha confianza, en un trato muy sincero, muy profesional, la noche antes de trasladarme para el proceso de plasma, me dijo que al día siguiente iba a analizar. De esas estudios, surgió que la enfermedad venía declinando, la fiebre había cedido un poco, la tomografía había dado mejor, y todo indicaba que estábamos ante una caída de los efectos del virus. Le dije, ´yo sigo lo que me aconsejes´, y el doctor me dijo quedate aquí, que yo te saco vivo… Y así fue…”, dice.

“Le repliqué que confiaba en  él, y a partir de ese día empecé a mejorar, a los 16 días… Es todo muy angustiante, es terriblemente enloquecedor, por un montón de razones, están los hijos, la familia, el sufrimiento de la gente querida,  que reciben un parte frío, sin demasiadas explicaciones, pero que sabían yo estaba sufriendo mucho… Nadie debe pasar por esto, nadie tendría que pasarlo, o que en el peor de los casos que sea para la menor cantidad de gente posible… Y lo digo yo que no llegué a ingresar a un respirador, hay casos peores, gente que termina muriéndose. Esto es serio, es una enfermedad muy seria, y no a todos les pasan las mismas cosas, no se conocen del todo las reacciones de cada persona”, sigue diciendo Gigli.

Acerca de la previa a su enfermedad, a cómo tomaba esta pandemia, Darío explica que “esto era lo que yo pensaba, quizá no en todos los detalles porque cada caso es particular, pero había leído mucho, estaba informado, había escuchado a profesionales… Lo que me tocó pasar no fue una sorpresa, es más, sabía cómo podía seguir todo, que podía empeorar… Lo que no pensaba es que me iba a ocurrir a mí”.

“Tenemos que comprender que todos estamos expuestos, a cualquier le puede pasar, no sólo a la gente mayor, yo tengo 65 años, no sufro de ninguna enfermedad, ni problemas de presión tengo, siempre me he cuidado, he respetado las norms de bioseguridad y los protocolos, tengamos en cuenta que nadie está exento, no se trata de personas ancianas que si no mueren de esto mueren de otra cosa, no es así, he conocido personas que han fallecido y no han tenido ningún problema de salud anterior, no es tan sencillo como algunos suponen”, afirma.

Sobre su estado actual de salud, luego de esos 16 días de internación, y en total de 22 días de síntomas severos, Darío manifiesta que se encuentra bien, realizando su vida normal, con cuidados. “Los médicos me han dicho que el restablecimiento total me llevará hasta noviembre o diciembre, los pulmones se ven afectados en su totalidad, no como en una neumonía distinta que se ven afectados parcialmente, es mucho más difícil la recuperación”.

Darío agradece a todo el personal del Sanatorio “Primordial”: “A los médicos, a las enfermeras, a las mucamas, no tengo más que palabras de agradecimiento y valoración, por su profesionalismo y su calidez”.

Concluye Gigli con un mensaje: “Me gustaría tomar las cosas de otro lugar al que siempre se expresa. Más que hablar de los que no se cuidan y con su actitud se ponen en riesgo ellos y ponen en riesgo a los demás, quiero hablar y agradecer a las personas, que son mayoría, que se cuidan, se quedan en sus casas, respetan los protocolos, a esa gente le tenemos que agradecer que no estemos en una peor situación”.

“Y a los demás, a los que no toman conciencia, que se reúnen, que no respetan las normas de bioseguridad, creo que más que castigarlos habría que informarlos, ponerlos delante de especialistas que les expliquen lo difícil que esta enfermedad, las consecuencias de sus procederes, creo es la única forma de intentar una vuelta en su forma de pensar. Quizá luego de eso quede alguno que siga sin entender, pero seguramente lograríamos minimizar esas conductas…. Es verdad que hay que trabajar, que no es posible vivir encerrados, pero a esta altura ya sabemos cómo cuidarnos,  que la velocidad de contagio es vertiginosa, y nadie está exento, y debemos saberlo y actuar en consecuencia”, finaliza.