«ESA CONFIANZA…», por GISELA MONTANARI

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SÓLO SE TRATA DE SENTIR

 

ESA CONFIANZA….

¿Te pasó alguna vez sentir que perdiste la confianza en vos mismo? ¿O tal vez hoy tienes en mente un proyecto que te agrada, pero temes no ser capaz de llevarlo a cabo? Entonces, si es así… ¿Dónde está esa confianza? ¿Dónde la dejaste? O ¿A quién se la regalaste?

Cuando perdemos la autoconfianza nos quedamos en el mismo lugar sin avanzar, como si estuviésemos dentro de una jaula o con los pies encadenados. Y entonces damos un paso adelante o a los costados o hacia atrás, pero sólo uno, que nos recuerda que no podemos avanzar.

En muchos casos, hay personas que confían más en los demás que en sí mismas. ¿Y qué pasa luego? Casi siempre sienten que fueron traicionadas…y que abusaron de su confianza. Pero te voy a contar algo que aprendí de algunos maestros. cuando nos sentimos traicionados nos consideramos inocentes, y la realidad dice que son inocentes todos aquellos que no pueden ver lo que tienen en frente. Y así, andamos muchas veces por la vida como niños desilusionados sin consuelo, aferrados a barrotes imaginarios.

Ahora bien…vamos a un ejemplo sencillo y doméstico. Entramos a comprar un elemento para el hogar. ¿Que nos lleva a confiar en lo que vamos a llevar? ¿Lo tomamos al azar sin mirar?  ¿O mínimamente leemos lo que dice en el detalle del producto, analizando si puede servir a mis fines para sumarlo al carrito? Cada objeto tiene su propósito y se diferencia por sus funciones y características, entre otras cosas. Ahora bien, está claro que no tenemos nada que ver con productos que se exhiben en una góndola. Pero hay algo que sí tenemos en común, es la finitud…una fecha de vencimiento. Solo que la nuestra no la conocemos ni tenemos acceso a ella ¿Y a qué tenemos acceso?  ¿acaso no somos seres con una divinidad compleja con un engranaje perfecto entre mente, cuerpo y espíritu? ¿que sí se de mí? ¿Cuál es mi propósito? ¿Cuáles son mis cualidades? ¿de qué nos sentimos merecedores? ¿Qué puedo ofrecer? ¿Qué siento que es posible en mí? ¿Qué me digo cuando estoy aquí? ¿Qué me transcurre cuando estoy con vos? ¿Cuántos detalles me pierdo y te pierdes de mirar cuando nos relacionamos? Tenemos como regalo divino la capacidad de sentir…percibir al otro y auto percibirnos. Por su puesto que también asumimos la capacidad de pensar, pero muchas veces la razón nos nubla la vista…creyendo ver lo que nos contamos. Cuando nos permitimos escuchar las señales de nuestro cuerpo, la fisiología empieza a hablar, y no sólo advertimos con más claridad a los demás…también podemos descubrirnos y darnos cuenta que es lo que deseamos para nuestra vida.  Que podemos tomar…y que tenemos para dar…

Si haríamos esto más seguido, nos ahorraríamos las desilusiones y pelearíamos menos con nosotros mismos…sobre todo con estas partes internas que no nos gustan y pretendemos negar…

Una valiente forma de fortalecer nuestra confianza es integrar todos nuestros aspectos, incluyendo aquellos que necesitamos cambiar para vivir en armonía. Pero ese proceso de transformación sólo se logra, si somos capaces de planificar hacia adelante sin estar huyendo todo el tiempo del presente. De esta manera podemos hacernos cargo de quienes somos, abandonando el disfraz de lo que intentamos representar.

Si en este momento te invade el miedo de avanzar, y la inseguridad se pone delante de tus proyectos, te propongo que te tomes el tiempo de hacer un viajecito en la memoria y trates de recordar alguna situación en que sentiste que “lo lograste”. Tal vez fue un examen, el final oral de tu carrera, tu primer auto, el lugar que deseabas conocer, cuando pudiste pedalear sin rueditas en la bici, ese día que te dijeron que en un trabajo y confiaron en tu capacidad, o esa comida que sólo te salía bien a vos. Seguro te encontraste con más de un ejemplo. Me da curiosidad esto que llega a vos cuando cerras los ojos y revivís el momento. Lo que sucede en tu pecho, en tus pulsaciones, con tu temperatura corporal, en tu tono muscular, esas imágenes, aromas…colores. Si te reconforta, y está bien para vos, dale la bienvenida al mensaje de los sentidos y que entre luz a cada sistema que habita en tu biología y anímate a trasladar al presente, la confianza que hay en vos.

Confiar en el proceso es parte de la solución.  Y no importa que tan alto parezca estar esa meta, porque siempre, a lo largo de toda la historia de los logros de humanidad…el primer peldaño ha sido la fe…y te aseguro que la meta…también es el camino…

¿Pero de donde nace la verdadera confianza? De nuestra madre. Quien ha sido nuestro primer amor y ese primer contacto que nos dio la señal de vida. Ella nos trajo con todo su ser…tan humano como simple, corriente y limitado.  Con tanto amor como dificultades, con heridas sin sanar, con aciertos y errores, con abundancia o con carencia, con miedo o con valentía.  Lo que en algunos casos nos lleva a que nuestra relación con ella también tenga sus contrariedades y el apego establecido no siempre haya sido positivo, fuerte y nutricio.

Y es así, como este modelo de lazo materno transcurrido es lo que luego trasladamos a las relaciones de pareja, al trabajo, a los amigos y a todo lo relacional. Nuestra madre nos trae a la vida y si asentimos tanto a ella como a su destino, estamos bien con todo y somos capaces de experimentar la confianza. Esa que nos hace disfrutar de ser lo que somos…porque cuando sentimos confianza en nosotros mismos, también gozamos de libertad para expresarnos en nuestro hacer.

Sabemos que el amor de madre es parte de la supervivencia y que absorbemos su mundo emocional desde la gestación. Allí comienza el contacto con la raíz, el origen, la existencia y pertenencia que construyen los cimientos de nuestra identidad.  Entonces también puede ser un buen momento para darnos cuenta de que con ella confiamos en la vida, y que, a través del vientre de cada mujer de nuestro sistema familiar, hombres y mujeres tejieron redes de vínculos que hicieron que hoy estemos acá.

Después de todo, si ¨damos a la vida lo que tenemos para dar y tomamos de ella lo que tenemos que tomar¨, nada puede salir mal. Porque eso que dejamos y que nos llevamos mientras estamos de paso por la vida, nos permite generar grandes transformaciones.

Por eso te propongo, hoy más que nunca, que confíes en vos…en lo que aprendiste cuando regalaste tu confianza a quien no debiste. Déjate llevar por tu autenticidad, no escuches tantas opiniones…date tiempo de oír lo que tu cuerpo necesita…seguí sus señales…y confía…

¡Y anímate a mirar con amor a las imperfecciones de tu sistema familiar, porque sin ellas no podría surgir tu creatividad!!!!!  Hoy más que nunca…el mundo necesita que confíes en vos…porque como dijo Bert Hellinger: “…la paz comienza donde cada uno puede ser lo que es…”

Te invito a que los sientas…

 

Por GISELA MONTANARI –  Licenciada en Terapia Ocupacional / Facilitadora en Constelaciones Familiares – Avalada por (C.L.C.F.) / Nivel Intermedio Somátic Experincig Trauma Institute (SETI)