«VOLVER A CLASES», por SILVIA TASSI

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VOLVER A CLASES

Después del receso de verano,  se vuelve a clases por estas latitudes.

Este año será muy diferente, inédito a todo lo vivido anteriormente.

A doce días de comenzado el ciclo escolar dos mil veinte, de repente, nos quedamos afuera de la escuela. Una pandemia irrumpió, todo se cerró; aulas, patios, escuelas, la sociedad toda. Imprevistamente  formamos parte de una imagen congelada, estática; nadie hubiese imaginado que un virus nos recordaría la fragilidad de nuestra existencia y nos aislaron.

A pesar de esta realidad,  inmediatamente se abrieron computadoras, celulares, tablets aparecimos por Zoom, Meet y demás redes sociales. Cerraron los establecimientos educativos,  pero nunca cerró “la escuela”, su sentir, eso esencial que la hace humana, que permitió vincularse  sin la presencialidad.

Se mudaron a enseñar desde casa, abrieron las suyas cada alumno y alumna. Se dependió de las familias en los niveles educativos de los más pequeños, de la fragilidad de conectividad sobresaturada, de horarios para compartir un mismo dispositivo en cada vivienda y así se fue transitando un tiempo de encierro por pandemia. Produciendo el hecho pedagógico, que se presentaba  como una nueva oportunidad desafiante y posibilitadora.

Sin duda alguna  un maestro y una maestra son mediadores  del deseo de sus alumnos, para que logren sus aprendizajes.  En este periodo se armaron “montajes”, “escenarios”, en la clase virtual, donde el afecto trascendió la pantalla digital produciendo conocimientos, saberes. Las mismas reflejaron miradas, risas, llantos, gestos, emociones que pudieron sensibilizar, contener,  además de enseñar; pero nunca reemplazaran la presencialidad.

Fueron pasando días, meses, con esta realidad. Llegamos a un nuevo inicio escolar. Volver a clases en tiempo de pandemia.  Por esta razón los responsables están diseñando, creando  dispositivos, estrategias porque hay que tomar decisiones pensando en presente y futuro.

Hoy se necesita  un nuevo paradigma educativo que redefina la tarea , que elimine la manera de entender el acto educativo como la estandarización de la sociedad y “empodere” a niños y jóvenes, a decidir cómo quieren mirar, comprender y disfrutar el mundo,  considerando a cada uno de ellos como seres únicos e irrepetibles. Con la finalidad que ellos desarrollen la capacidad de aprendizaje permanente, de manera autónoma e independientemente de su edad; que puedan extrapolar los conocimientos que han adquirido en la escuela a su vida real.

Un Maestro es fundamental, es horizonte de posibilidades, enseña a aprender a aprender: educar en un gusto por seguir descubriendo y aprendiendo durante toda la vida.

Precisar  una educación sostenida en valores sociales, posibilitadora de habilidades fundantes: trabajo en equipo, creatividad, ética, mente global, porque estamos educando para lo nuevo, y lo desconocido. Para lo cual el desafío es diseñar prospectivamente a partir de problemáticas sociales cercanas, que impactan en el contexto para estos nuevos sujetos sociales. Hay que fortalecer las habilidades humanas.

Y por otro lado, en consecuencia, volver a clases, no será igual a nada de lo conocido, otros espacios, otros cuidados, otros tiempos, otros modos de “estar”.

Sin duda alguna, volver a clase despierta emociones en todos sus protagonistas.   En ese espacio tan noble,  que es una institución educativa, volverán niños, jóvenes, maestros, profesores, familias con nuevos sueños, con esperanza de continuar la transmisión de saberes culturales,  para comprender la complejidad del mundo actual y los retos que nos depara el futuro.

Hay que volver a empezar, y tomando palabras de Joan Manoel Serrat: «… todo está listo, el sol, el agua y el barro, pero si falta  usted, no habrá milagro…”

Siempre que se encuentre un niño, un joven con un maestro, habrá milagro.

Se vuelve a clase, y se producirán milagros.

 

Por SILVIA TASSI – Profesora de Nivel Inicial