TESTÓN: EL EMBLEMÁTICO PERSONAJE DE CASILDA EN LAS MANOS Y PINCELES DE GRIFFA

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Este sábado 15 de mayo, Gabriel Griffa comenzó a realizar un nuevo mural en el cabín ubicado en Boulevard 25 de Mayo y Las Heras. Se trata de un diseño que plasma un retrato en grafito de Adelqui Agustín Storani, para los casildenses, “Testón”. El mismo fue realizado por él años atrás y obtuvo una mención especial en el Museo Don Santos Tosticarelli.

Este hombre que supo habitar las calles de nuestra Ciudad y que permanecía en la Parroquia San Pedro, se convirtió en un personaje muy querido y entrañable. En su momento, Gabriel realizó una investigación y pude reconstruir parte de su historia:

“Dice la leyenda urbana que de joven fue un muchacho muy bien vestido, que estudiaba y trabajaba en un banco y que, por causa de un desamor, se echó al abandono.

Para saber un poco más sobre su historia, estuvimos investigando un poco más sobre su vida. Hablamos con algunos de sus familiares y nos contaron que lo que se dice, no es verdad. Nos dijeron que él pertenecía a una familia muy humilde. El nombre de Testón era Adelqui Agustín Storani, fue muy poco tiempo a la escuela “San Martín”, trabajó en una carbonería, luego como mozo en una parrilla de la familia Genaro y por último, con un camión atmosférico de los hermanos Ríos. También nos contaron que le gustaba mirar juegos de bochas y jugar a la quiniela; tenía su número favorito el 814.

Se había puesto de novio con una chica que vivía enfrente del Parque Municipal. Esa chica y su familia se fueron de Casilda y él quedó inmerso en una depresión.

La familia de Adelqui, vivía en la esquina de las calles Mitre y Bolívar. Enfrente de su casa había una mujer que gustaba de él y tuvieron encuentros amorosos, pero Testón seguía enamorado de su novia. Algunas versiones cuentan que esa mujer le hizo un mal y de ahí en más, él se echó al abandono y comenzó a deambular por las calles de la ciudad, durmiendo afuera de la iglesia, pasando a la intemperie días de lluvia, frío y calor. La gente le dejaba comida y los bomberos lo bañaban.

Su familia lo había internado en un hospital psiquiátrico en Rosario, pero él se escapó, aprovechó la hora de visita y se fue. Volvió caminando hasta Casilda y así siguió viviendo en la calle. Eso le sucedió cuando tenía más o menos 30 años.

Murió una noche de mucho frío, lo encontró un hombre que pasaba por ahí y le dejaba cigarrillos. Lo quiso despertar, se dio cuenta de que no reaccionaba y llamó a la policía”.