Corría agosto de 2014. La versión comenzó a tomar cuerpo y forma, después de haber comenzado como un confuso rumor que daba cuenta que algo extraño ocurría con la Residencia para Mayores “Avelino Lóttici”. Finalmente, tuvo trazos y contornos de realidad concreta: los abuelos residentes en esa institución de cuño totalmente casildense que con el tiempo pasó a formar parte de la nunca clara órbita de PAMI serían trasladados a distintas otras entidades similares de la región, apartándolos de esa su casa y separándolos entre sí.
La rápida reacción de la comunidad toda, que se movilizó inmediatamente a través de ciudadanos, instituciones y representantes políticos, impidió lo ya decidido, aunque algunos abuelos sí fueron trasladados. Esa reacción colectiva derivó en conformación de comisiones, reuniones, gestiones ante la Capital Federal, y un par de visitas a nuestra ciudad de funcionarios de PAMI central, que se reunieron con los referentes locales, dialogaron con los residentes y sus familiares, y –por supuesto- culparon a los medios de comunicación locales de exacerbar a la opinión pública.
Toda la delirada situación se coronó con un viaje a Buenos Aires de una comitiva local integrada por el entonces Intendente, concejales y representantes del Centro de Jubilados, entre otros. Recibidos por la administración de PAMI de entonces, fueron informados que la Residencia sería objeto de una remodelación, observaron una coqueta maqueta de la obra terminada, y recibieron la promesa que la mencionada remodelación demoraría unos rápidos 180 días.
Si algo positivo se logró en ese momento fue que los residentes no fueran trasladados a otras localidades, tal como figuraba en el plan inicial, sino que se quedaran en Casilda, juntos, en un inmueble especialmente alquilado al efecto en el centro de nuestra Ciudad, hasta que pudieran volver. En ese inmueble, tres años y medio después, siguen viviendo.
Repasar lo ocurrido en estos tres años y medio sería redundante. Fue profusamente reiterado a través del tiempo por los medios de comunicación y por las voces de personas profundamente ligadas a la Residencia, que vieron pasar el calendario sin que la mentada remodelación avanzara de manera definitiva.
Con el cambio del Gobierno Nacional anterior y por ende de las autoridades del PAMI, se pensó podría reactivarse la situación. Pareció en algún momento reavivarse la ejecución de la obra proyectada, pero a poco tiempo otra vez el reloj se detuvo en el punto de la nada.
La Comisión de seguimiento realizó reuniones a través del tiempo, cada vez más esporádicas. De tanto en tanto, y como consecuencia que algunas personas levantaron su voz ante hechos puntuales o ante el mismo olvido genérico, el tema se reavivó para enseguida caer en esas grises mesetas del no pasa nada. Los residentes, en tanto, siguieron prisioneros del olvido. Justamente los primeros perjudicados ante tanto disparate.
El actual intendente de la Ciudad se reunió en varias oportunidades con autoridades de PAMI en Capital Federal, con funcionarios de mayor o menor línea alternadamente. La promesa fue fines de 2017, allí la obra estaría terminada. No se cumplió. Luego, que la obra empezaría en enero de 2018, y estaría terminada para mediados o fines de mediados de febrero. Tampoco será posible, más allá de la esperanzada cuenta regresiva que alguien se tomó el trabajo de exponer desde una red social.
En medio, hechos de vandalismo, arrasando lo poco que queda en pie del lugar. La vigilancia prometida tampoco llegó. O llegó a destiempo.
En la mañana de este martes 6 de febrero, hubo una nueva reunión de vecinos en el lugar. Para al menos estar presentes, aunque fueron muy pocos. Decidieron allí marchar el próximo viernes hasta las oficinas locales de PAMI, para intentar alguien escuche por fin.
Mientras, un grupo de abuelos sigue esperando volver a ingresar a esa casa grande con amplios jardines de la que alguna vez sin pedirles permiso ni darles explicaciones se los retiró.
Una espera demasiado larga. Plagada de mentiras e incumplimientos. Una espera imperdonable.