Los problemas de inseguridad en Casilda han ido acrecentándose en los últimos tiempos. No es novedad, es materia de tratamiento cotidiano, tanto en los medios de comunicación como en las conversaciones y preocupaciones de la gente. No vamos a reiterarnos aquí en conceptos ya vertidos, que pueden resumirse en otra sentencia también muchas veces mencionada: la tranquilidad de nuestra Ciudad que sólo veía por televisión hechos que únicamente ocurrían en grandes ciudades, ya no es tal porque esos hechos han llegado a nosotros.
De este modo, acciones y hasta léxico referidos a hechos delictivos hasta no hace mucho desconocidos, pasaron a formar parte de nuestra realidad: escruche, salidera, entradera… motochorros…
A tal punto es así, que han ido in crescendo, a la par de la inseguridad, las medidas que los ciudadanos han ido tomando a través del transcurso del tiempo para protegerse: desde ya no dejar ropa tendida en patios o terrazas (sí, aunque parezca mentira hasta no hace mucho ése era el peor delito que podíamos padecer), a colocar candados y cadenas a las bicicletas, no dejar los autos sin cerrar por corto que sea el trecho en que los dejamos solos, a resultar impensado dejar sin cerrar con llave las puertas de nuestras casas, a colocar rejas y alarmas, a no permitir que los chicos jueguen solos en la calle.
Pero una metodología delictiva que se ha ido acentuando en poco tiempo, nos deja vulnerables de toda vulnerabilidad, ya que no son muchas las herramientas que tenemos para defendernos: los motochorros, una de las palabritas agregadas a nuestro vocabulario común porque común se ha hecho que individuos a bordo de una motocicleta arrebaten a personas que transitan por las calles de la ciudad sus pertenencias.
Con un agregado que se ha hecho visible en los últimos hechos: la violencia hacia las víctimas.
A modo de repaso, recordemos algunos hechos ocurridos en los últimos dos meses:
-) Una mujer embarazada que circulaba en bicicleta en Villada al 2500, fue abordada por dos hombres que trasladándose en moto, al robarle la tiraron al piso y emprendieron contra ella a puntapiés;
-) Unos jóvenes, en calle Mitre al 2200, robados por dos hombres en moto, que despojaron a una de las jóvenes de su mochila, con gran violencia en el accionar, y mostrando por debajo de una campera lo que en apariencia era un arma;
-) La semana pasada, otra joven, muy conocida por su actividad artística, empujada de su bicicleta en Primero de Mayo y Brigadier López, cayendo al piso, golpeando con su cadera en el cordón, lo que le ocasionó un corte por el que debió ser suturada, más otros golpes que aún en este momento la tienen con dolores;
-) Una mujer, el pasado sábado, en Urquiza y Zeballos, a quien le robaron su teléfono móvil, cuando un hombre en una moto se le acerca, de la moto baja una mujer, la tironea de sus cabellos y la hace caer;
-) El hecho ocurrido el domingo por la madrugada, si bien con otras características, de un joven que caminaba por la zona de calle Hipólito Yrigoyen y España, golpeado desde atrás, lo que lo deja inconsciente, con cortes en su rostro y cabeza, lo que implica puntos de sutura en la zona de la nuca y en su nariz.
Referimos sólo algunos hechos, resaltando en ellos la violencia física. Pero no son los únicos. Se reiteran casi diariamente.
Vale ratificar que no sólo la violencia física es violencia, también lo es la emocional. Y quienes son víctimas de estos hechos la sufren de manera concreta, a tal punto que luego de pasar por semejante trance, escuchan el ruido del motor de una moto y no logran soportarlo: de este modo le ocurrió a la jovencita que luego de bajarse de un colectivo fue robada por dos hombres en motocicleta, quienes luego sufrieron un accidente de tránsito a pocas cuadras del lugar del episodio, y que rápidamente recuperaron su libertad.
Cabe consignar que el tema, si bien ha ido en marcado aumento, no es nuevo: hace mucho tiempo que personas de la Ciudad, especialmente mujeres, sufren de arrebatos en la vía pública. Ocurre que últimamente el aditamento de la violencia se agrega de manera dramática.
Ante esto, la pregunta es, ¿qué hacer? ¿Cómo defenderse? ¿Cómo poder salir a la calle sin temor?
Lo decía claramente Yanina Bulgheroni luego del hecho que sufriera hace unos días: «Además de los golpes en el físico, queda una sensación horrible, con miedo, uno se siente acobardado, y preguntándote cómo hacemos, para salir, para llevar una cartera, una mochila o un celular, no es posible quedarnos encerrados o transitar siempre acompañados… Es un desconsuelo total”.
Va de suyo que las personas deben salir a la calle y transitarla, sea para ir a trabajar, a estudiar, a hacer trámites, a llevar a cabo su vida cotidiana. Y más allá de eso, somos seres libres que tenemos derecho a transitar por la vía pública cuando queramos.
¿Cómo hacerlo cuando, en cualquier momento, no importa la hora ni la zona de la ciudad, de pronto aparece una moto con una o dos personas dispuestas a robarnos, y en el mejor de los casos, a hacerlo sin golpearnos, sin hacernos caer, sin que terminemos en la guardia de un Hospital? ¿Resulta lógico que sea la gente la que esté encerrada en sus casas por temor a salir a la calle?
Es una obviedad decir que todo puede terminar en algo muchísimo más grave, si la caída o el golpe derivan en consecuencias más agudas, lo que no sería nada extraordinario. Golpear la cabeza contra el pavimento o el cordón de la vereda puede incluso llegar a ser trágico.
Desde el que el nuevo Jefe de Policía asumió, algunos hechos parecieron disminuir, tales como robos a comercios o domicilios. Se ha conformado un Comité de Seguridad Ciudadana que tuvo hace unos días una primera reunión. Y tiene el Comisario Albornoz entre sus metas próximas habilitar un SUM para reuniones con autoridades, vecinos y capacitación policial.
Sin embargo, esta modalidad de robarnos y golpearnos desde una moto en marcha, no sólo no ha decaído sino que se viene incrementando peligrosamente. ¿Son muchos los motochorros que existen en Casilda? Si es así, es grave. ¿No son muchos, sino que son siempre los mismos? Es igual de grave, ya que evidentemente no se los puede aprehender. ¿Se los aprehende y la Justicia los libera? Más grave aún, si fuese el caso, porque evidentemente vuelven a las andadas.
Sea como sea, hay unos tipos afuera, y parecen estar dispuestos a todo.
En ese afuera en el que no podemos dejar de transitar, y que ofrece cada vez mayores riesgos.
Por GUILLERMO MONCLÚS