LOS MAESTROS ESTAMOS DE PASO

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“La educación es un tema que compete a la familia. Los maestros estamos de paso”. Cuando leí este comentario, no puedo dejar de manifestar que sentí una doble tensión en mí. Desde el rol de mamá y como docente de tantos años.

Quien lo declara es el presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles. AMEI-WAECE es una institución sin ánimo de lucro que surge como un movimiento de renovación pedagógica, con el objetivo de ayudar a los maestros que trabajan día a día con los niños más pequeños y a la vez hacer un llamamiento sobre la importancia de una educación desde la primera infancia rica en valores que cimientan la personalidad del niño y que a la larga permiten una convivencia más pacífica. Por lo cual es una palabra muy reconocida, profesional.

Y entonces empecé a interrogarme. La educación ¿ es un tema que le compete a la familia?. Desde mis convicciones de crianza digo sí, es la familia la primera educadora indiscutible.

Creo amerita hacer un paréntesis, para hablar de familia como institución social, en la actualidad nos lleva a hablar de diversidad. Más allá del casi obligado plural con que debemos referirnos a la institución familiar, es cierto que las definiciones por más variadas que sean, dan la idea de que la familia es ante todo un proyecto relacional que no hace referencia necesariamente a lazos de sangre. Hoy sabemos que hay múltiplos modelos de familia, se han catalogado más de 56 formas de ser familia, para ser más precisos; (de madre o padre soltero, de madre o padre solos, de igualdad de género, ensambladas, adoptivas, de tránsito, los padres, juntos o separados, viven en casa de familiares o envían solos a sus hijos a estos hogares extensos, entre otros formatos); siendo cada una de ellas valiosa y necesaria.

Los cambios sociales durante los últimos años, han calado en la familia, produciendo una diversidad de modelos como enunciábamos, que llevaron a modifican directa o indirectamente los parámetros con los que se entendía la vida familiar. La noción de familia implica aspectos biológicos, sociales y jurídicos, variando de una cultura a otra y aún dentro de la misma se dan subculturas como la urbana o la rural.

Siguiendo mis cuestionamientos, sobre si la educación es un tema que compete a la familia, considero que sigue siendo, a pesar de las modificaciones y dudas que se ciernen sobre ella, el

nudo esencial de la constitución de la personalidad de los niños y la primera educadora. Los padres tenemos la responsabilidad de enseñarles las cosas más fundamentales a nuestros hijos, siempre acompañado con afecto, cuidarlos, protegerlos, darles momentos donde compartir lecturas, contarles historias o hablarles, escucharlos. Estimularlos desde muy pequeños para que crezcan con seguridad. Brindarles ejemplos desde nuestro actuar sobre buenos modales, destacando la igualdad de derechos que llevaran a la construcción de una vida en sociedad mejor. Sigue siendo la familia, vehículo privilegiado en la transmisión de valores y a quien le compete la primera educación de sus pequeños y jóvenes..

Pero, ¿Solamente a la familia le compete la educación de los niños?, y aquí aparece mi otra mirada, como docente formadora.

Sabemos que en especial es el Estado responsable de brindarla. Pero si bien la educación constituye uno de los deberes indelegables del Estado –garante de este derecho– su cumplimiento es responsabilidad de todos. Por lo tanto, familia – Estado corresponsables.

¿Y el maestro?

También con políticas de Estado, se concretan en un Plan Nacional de Formación Docente, en donde alcanza una importancia estratégica, dado que reconoce a los docentes, maestros y profesores, como actores ineludibles en los procesos de recreación cultural, en el desarrollo de las potencialidades y capacidades de la infancia y la juventud y en la renovación de las instituciones educativas.

¿Y los maestros están reconocidos por la sociedad?

Seguramente en algún porcentaje que observa la participación de ellos, en las vidas de niños y jóvenes. Cuando consideran la cantidad, calidad de horas que ellos pasan en el aula enseñando, a través de una planificación confeccionada por maestros, los verdaderos expertos en educación, para lograr los mejores aprendizajes del total de sus alumnos…

Por lo tanto articulación entre familia, escuela y Estado, a mi entender, representa el principio de corresponsabilidad imprescindible para el cumplimiento de los derechos de las niñas, niños y jóvenes; en particular, del derecho a una educación de calidad.

Desde la realidad escolar que comparto a diario, encuentro muchos maestros con ganas de enseñar y muchos chicos con ganas de aprender. Esta percepción se sobreimprime en la experiencia educativa y por eso vale la pena hacerse preguntas sobre ellas, que tiñen la práctica educativa, junto a la responsabilidad familiar.

Siendo así, si “”estamos de paso” en la vida de un niño, será para “dar paso” a los aprendizajes académicos anclando en sus sentidos y sentires. No es lo mismo pasar la educación junto a un maestro, que sin él.

Tal vez sea tiempo de pensarnos cada uno, desde el lugar que ocupa, si: ¿estamos de paso? ¿Qué dejar con ese paso?

Finalmente, desearles que el paso por la vida escolar, sea una aventura maravillosa, que se pueda disfrutar todos los días sin límites, porque lo inédito todavía es posible. Porque allí están nuestros alumnos, esperando que ocurra, una educación que compete a la familia enlazada al paso de los maestros.

Por SILVIA TASSI