SOBRE ARCAÍSMOS (Tercera Parte)

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A veces las palabras cambian porque desaparecen las costumbres. Los dialectos son dinámicos, tienen la sensibilidad de recrear, de representar o de constituir cambios sociales Por ejemplo, ya nadie dice un kilo y dos pancitos. de rechupete ni un cuiqui bárbaro. No se dice niño bien, petitero, fifí, pituco, cajetilla. No se usa rapé, no se viaja en tranvía, no se va al centro a ver las cintas de ningún famoso cinematografista. En su libro Buenos Aires, vida cotidiana en la década del 50, Ernesto Goldar, registra las expresiones que se dijeron por esos años: estar en la pomada; ver el noticiario, emperifollarse y ser paquetón. Eran los años de Perón, se pasaban los inviernos con tricota y echarpe; una oficina en Corrientes y Esmeralda era un escritorio central y llegaban a la Capital los cabecitas. Se escuchaba tarúpido, quatrochi, escorchón, muerto de frío –para aludir a un cobarde-, tener un corso a contramano en la cabeza. Se escuchaba música en el combinado, la radio se encendía o se cortaba. La mercadería de los negocios era flor de ceibo, si era nacional o traída, si era importada. Con los amigos, si era verano, lo bueno era ir a un bar y pedir un cívico. La palabra será otra, pero la idea persiste: un cívico es un vaso de cerveza, algo más chico que un chop.

Las palabras nacen y mueren por distintas razones, dice Susana Anaine, subdirectora del departamento de investigaciones filológicas de la Academia Argentina de Letras. A veces, desaparece el referente, la cosa que las palabras nombran y entonces la palabra cae en desuso. Como ejemplo, miriñaque, un armazón de metal que llevaban algunas locomotoras para apartar los objetos que impiden su libre marcha. También se llamaba así el armazón de metal que llevaban los tranvías para proteger al peatón. Desde la invención de las lapiceras a cartucho, casi nadie volvió a decir pluma cucharita. La excepción -continúa Anaine- son las palabras que designan algo que no existe pero que entró en la historia de la cultura. No hay más troyanos, pero se usa la palabra troyano. Otras veces, la cosa cambia pero permanece su función y la palabra resiste: Se sigue diciendo tirar la cadena aunque no haya más cadena. Son nuevas acepciones, una extensión del sentido. ¿Qué se dice cuando se dice en mi época? Se habla de algunas canciones, de algunos objetos, de algunas comidas, de algunas causas, de algunas palabras: long-play, tocadiscos o pantalón pata de elefante.

Por MARCELA RUIZ