Buenas noches a aquellos que sienten, como hoy es mi caso, que nunca, NUNCA hacen lo suficiente Aún poniendo alma, corazón y vida, aún estirando el tiempo y su volatilidad a límites insospechados.
Buenas noches a los que están cansados de un cansancio que, ojalá, pasara con una simple noche de sueño.
A los que quieren seguir creyendo a pesar de todo y de todos, que luchan contra el escepticismo, denodadamente, con los dientes apretados.
A los que son oídos pero no escuchados, a los que son vistos pero no mirados. A los que están y nadie se percata.
Buenas noches a los que vienen signados por un dejo de melancolía hecha carne, metida bajo la piel, como enfermedad crónica.
A los que quieren gritar injusticias y callan con resignación.
A los luchadores silenciosos de males físicos y anímicos.
Buenas noches a los tristes, hoy, a los que saludan a su tristeza como una vieja conocida del barrio que quisieran evitar pero no pueden.
Buenas noches a los que están convencidos de que aquellas cosas preciosas, en la vida, no brillan. Simplemente llenan.
Buenas noches, en fin, a quien el día no le resultó tan placentero, por la infinidad de razones que el enorme abanico de posibilidades humanas ofrece.
Pero cree, sonríe aún con dolor, espera, va a la cama sin sueño pero con sueños. Y se dice como la bella Scarlett en aquella película donde el viento llevaba cosas:
«Mañana, mañana … será otro día !»