EDITORIAL: «CAZA DE BRUJAS EN TIEMPOS DE COVID», por GUILLERMO MONCLÚS

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Desde la noche del jueves y hasta el mediodía del viernes, la Ciudad se vio inmersa en un agudo estado de hipersensibilidad: el parte oficial del Comité de Epidemiología local, que se difunde en cada anochecer, daba cuenta de un caso sospechoso de Covid 19, agregando que se trataba de una persona llegada de Buenos Aires a Casilda.

No vamos a incursionar en esta columna sobre la manera en que algunos medios de comunicación abordaron el tema. Estamos convencidos que cada uno comunica e informa de la manera que mejor crea, que el periodismo de periodistas no corresponde, y que nadie está suficientemente capacitado como para dar clases de la materia, así como también de que solamente es el público que nos escucha, nos lee o nos ve el único con derecho a juzgar nuestra labor.

Sin perjuicio de lo anterior,  resulta pertinente pedirnos a nosotros mismos, a todos, sin exclusión,  una dosis de responsabilidad y prudencia a la hora de incursionar en temas delicados, sin arriesgar ni improvisar sobre supuestos, mucho más en momentos como el que estamos transitando.

Vaya también que nos parece que incluir casos sospechosos dentro del parte del Comité es algo que, de ser posible, debiera evitarse. Desde hace mucho tiempo se han indicado casos de esta naturaleza, los cuales afortunadamente fueron desechados a medida que los resultados de hisopados fueron llegando. Nuestro medio ha decidido hace tiempo no publicar los casos sospechosos, aún cuando el parte los registre, ya que  creemos que es agregar a la población inquietudes innecesarias.

Mucho más, si se consigna como sospechoso el caso vinculado a alguien que llega de Buenos Aires, uno de los puntos más críticos en cuanto a la pandemia. La sola lectura del parte, origina zozobra.

El punto es que, luego de difundido el comunicado médico en cuestión, con el aditamento de publicaciones que fueron más allá de lo estrictamente conocido, una mezcla de ansiedad, preocupación y temor ganó a la gente, lo que luego se potenció en aseveraciones y recriminaciones sobre el caso sospechoso en cuestión: el del estudiante de veterinarias que llegó a la Ciudad .

Le tocó al autor de esta crónica estar al aire de radio en los primeros momentos del viernes por la mañana. El contestador se colmó de mensajes, algunos preguntando, otros afirmando que el caso era positivo,  otros más asegurando volveríamos a la Fase 1 de la cuarentena.

Y aunque se trató una y otra vez de aclarar que el resultado del análisis del joven recién se conocería sobre el mediodía, de todos maneras la sentencia de muchos ya estaba dictaminada: era positivo, volveríamos a estar encerrados, y las por fin permitidas reuniones familiares quedarían suspendidas, punto que especialmente exacerbó los ánimos y los enojos.

A medida que la mañana fue avanzando, las redes sociales fueron un hervidero, y las calles, un acalorado comentario monocorde: un estudiante llegado de la Provincia tan temida había ingresado a la Ciudad, sin que nadie lo detuviera, no había guardado la cuarentena de rigor y había estado trabajando en un delivery  sembrando el virus por toda la villa más bonita.

Fue en las redes el mayor despliegue: achaques de  responsabilidades e irresponsabilidades a mansalva, personas que pedían el nombre del estudiante, otros que solicitaban su dirección, otros que lo insultaban y juraban venganza, como si faltase sólo un paso como para ir a buscarlo dónde estuviese, y al estilo de las legendarias cazas de brujas de la Edad Media, arrojarlo al fuego de las intemperancias.

No alcanzó la repetida una y cien veces aclaración: no hay casos confirmados hasta ahora, el resultado recién estará sobre el mediodía, hay que esperar…

Finalmente, cuando la mañana pasaba de meridiano, llegó la noticia tan esperada  y con el resultado  tan deseado: NEGATIVO.  El estudiante sospechoso –aunque hasta esa altura irremediablemente culpable- no estaba enfermo.

Un gran suspiro de alivio recorrió el aire y la tierra. ¡Menos mal, no volverían a encerrarnos, nos podríamos reunir el fin de semana, no había peligro que nos haya contagiado! Eso sí, todas las palabras extremas y las amenazas veladas o no tanto ya se habían escrito o pronunciado, aunque ahora se volviesen pretendidamente olvidadas.

Es lógico el temor , la preocupación y la angustia, porque  fue marcadamente angustia, en gran parte de la sociedad. Estamos sensiblizados, agotados y sobrepasados ante esta larga situación que parece no tener fin. Pero aún así, quizá podamos tratar de pensar con mayor equilibrio y actuar en consecuencia, por el bienestar general, y tal vez podamos extraer algunas reflexiones de lo ocurrido.

Por ejemplo, tener la templanza de no adelantarnos y saber esperar, antes de reaccionar o temer ante lo todavía no confirmado. Por ejemplo, asumir que nadie se va a enfermar ex profeso, y mucho menos lo va a hacer para luego andar por la vida contagiando a los demás. Por ejemplo, tratar de ponernos en lugar del otro, sin erigirnos en jueces –sí, como los que echaban a las supuestas brujas a las llamas en el medioevo- decididos a calificar, y agredir, y amenazar, cuando todavía no había nada concreto, y aún, claro está,  cuando lo hubiese habido.

Y también debemos considerar que, si bien afortunadamente el análisis del estudiante dio negativo, es más que probable, es casi seguro, que en algún momento aparezca en Casilda un caso positivo. Pero llegado el caso, que ojalá nunca llegue, habrá que evaluar las circunstancias, el caso particular en cuestión, y serán las autoridades sanitarias y políticas quienes decidan qué hacer. Un caso positivo, no implica necesariamente que nos vuelvan a aislar como al comienzo, o que nos rocíen desde un helicóptero con alcohol y lavandina…

Todo lo ocurrido en esas afiebradas horas del jueves por la noche hasta el viernes al mediodía, sin embargo, no deben disimular, sino más bien deben acentuar, algunas precauciones. En primer lugar, de deben extremar los controles en los ingresos de la Ciudad, para evitar que ingresen personas de otras jurisdicciones. Y si la persona está autorizada a ingresar, porque aquí tiene su lugar de residencia o por algún otro motivo justificado, debe guardar una estricta cuarentena de 14 días.

En esto, como desde que comenzó este tiempo inimaginable de pandemia, han de coadyuvar dos elementos: la labor de las autoridades, y la responsabilidad ciudadana de cada uno, que es absolutamente indispensable.

Algo creemos  indubitable: debemos hacer todo lo posible para que lo ocurrido el viernes por la mañana, con sus profundas sombras, algunas rozando el delirio,  no nos vuelva a ocurrir.

Porque aunque las brujas no existan, que las hay las hay. Y es una lección de la Historia que casi siempre han estado en el lugar de quienes encienden las hogueras.

 

Por GUILLERMO MONCLÚS

Ilustración de Lic. Julieta Arroyo para MONTERIZOS