EMILY

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 Qué impiadosos somos, de vez en cuando, con nosotros mismos.

La vara demasiado alta. El perdón esquivo.

¿Por qué? Me lo pregunto, si Dios nos ama humanos y falibles. Si tan erróneos e inseguros nos aman quienes nos aman.

Estamos hechos de cada caída, de los golpes y sopapos de la realidad. De un pasado que se grita o se calla. De un futuro que se patea aún más adelante por temor. De gestos adustos y caprichos, ensimismamientos, enojos, oportunidades perdidas.

Estamos hechos TAMBIÉN de esa materia incómoda.

Cuando leí esta frase que ilustra mi estado, aquí y ahora, pensé que es necesario, indispensable, vital. Eso de perdonarnos por el mal que nos hicimos, que nos dejamos hacer. Para abrazarnos, al fin, tan fuerte, pero tanto, de no dejarnos nunca más a la deriva.

Emily lo sabía, adalid de la sensibilidad como pocas. Y lo puso en sus bellas palabras. Panacea para autorreproches y culpas inútiles.

¿No creen?

Por MARÍA ROSA INFANTE