*Resignificar la vida, empezar a amarla sin reservas, sin pedirle más nada.
*Vivir en, para y por el presente, lo único cierto.
*Perdonar a quienes nos lastimaron, por ellos, más por nosotros.
*Perdonarnos por haber herido a quienes amamos.
*Cuidar a quien nos quiere y a quien nos cuida, como dice la canción.
*No maltratar la fragilidad, como sigue diciendo.
*Mirarnos a los ojos con el próximo, con el prójimo.
*Tender la mano al que viene con esfuerzo escalando, si estamos arriba. Apuntalarlo dulcemente si estamos abajo.
*Archivar el orgullo a la hora de pedir disculpas.
*Ser generoso al momento de darlas.
*Saber pedir ayuda y ofrecerla, de alma.
*Ir por la vida con autenticidad, empatía, ternura y misericordia.
Siempre haciendo listas, superficiales, profundas, que no sirven para nada, que sirven para todo.
Si y tan sólo si pudiera deslizarla debajo de mi piel, grabarla en mi mente, escribirla en el corazón … y recordarla después.
Sería tan bueno, me sentiría tan liviana, tan merecedora de cada respiro. Me amigaría con las partes menos amables de mi persona, llegaría la luz a aquellas algo oscuras.
Creo que se podría acercarme a la libertad, a ese estado de plenitud y satisfacción (jamás complacencia) que produce el aceptar-se.
Pero claro! No soy mi gurú, apenas una amateur que ensaya un acto de -detesto esta palabra- autoayuda.
No es nuevo, ni original, pero qué bueno sería. Un modo condicional que sabe a paraíso.
Por MARÍA ROSA INFANTE