«LA EDUCACIÓN POST PANDEMIA», por FERNANDA FELICE

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La pandemia puso al mundo patas para arriba. Las medidas de cuidado –vinculadas al aislamiento y distanciamiento– afectaron la comunicación entre docentes y estudiantes. Entonces confirmamos lo que ya sabíamos, siempre aprendemos en el encuentro con otras personas y el vínculo afectivo pedagógico es imprescindible.

 

Aceptamos que la tecnología es una herramienta valiosa, aunque jamás reemplazará a los/as docentes.

 

Reafirmamos que la enseñanza no es técnica ni método porque siempre requiere de la creatividad y los saberes, que deben desplegarse, para crear estrategias que promuevan nuevos aprendizajes.

 

Todo ello pareciera anunciar que ya nada será igual y que las prácticas educativas se transformarán. Sin embargo, al aproximarse el inicio de un nuevo año escolar y el posible regreso a las aulas, luego de un ciclo lectivo absolutamente singular, se escucha una consigna que nunca pierde vigencia: deben recuperarse contenidos. Esto suele suceder en otras circunstancias, por ejemplo, cuando los/as docentes hacen huelga para reclamar por la educación y sus derechos o cuando algunas niñas y algunos niños se toman su tiempo para aprender; un tiempo distinto al que el sistema educativo determina, un tiempo único que desconoce la singularidad inherente a cualquier proceso de aprendizaje.

 

Si esta fuera la prioridad, poco hemos aprendido durante este tiempo. De ser así, se continuaría priorizando la currícula y el calendario escolar. No se tomaría en cuenta lo que las chicas y los chicos han aprendido durante un año complejo o, lo que es peor aún, se consideraría que no fueron capaces de construir nuevos conocimientos porque no han tenido clases presenciales, replicando el modelo bancario de la educación que, en palabras de Paulo Freire, estima que el saber es una donación de aquellos/as que se juzgan sabios a quienes juzgan ignorantes.

 

Es una pena que ante el inminente comienzo de clases, no se les pregunte a las niñas y los niños qué aprendieron, cuáles de los nuevos recursos pedagógicos implementados los ayudaron y cuáles otros no resultaron tan efectivos. Es una pena que no se les consulte a los/as docentes qué estrategias desarrollaron para enseñar, cuáles fueron valiosas y podrían seguir implementándose.

 

Ojalá que no perdamos esta oportunidad histórica, que nos invita a propiciar los cambios necesarios para que el sistema educativo deje de estar más atento a la currícula y el calendario escolar que a los verdaderos aprendizajes que acontecen en la escuela.

 

Algo más. Seguramente en septiembre de este año la comunidad educativa, las Secretarías y los Ministerios de Educación les rendirán homenaje a Paulo Freire en el cien aniversario de su natalicio. Si realmente queremos recordarlo y celebrar su legado, no repliquemos el modelo bancario de la educación que él tanto criticó. Hagamos bien la tarea, confirmémosle a los/as estudiantes que aprender no es reproducir, memorizar y acumular contenidos. Aprender es una ardua tarea que debe permitirnos ser sujetos más sensibles, críticos y reflexivos

FERNANDA FELICE – Licenciada en Fonoaudilogía, Profesora Universitaria, Escritora