LA ESTANCIA “LA CAUTIVA”, PATRIMONIO HISTÓRICO

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Los campos de la Estancia “La Cautiva”, situados en el paraje del Desmochado Afuera, jurisdicción del antiguo Pago de los Arroyos, habían sido parte integrante del área territorial que ocupara la legendaria estancia jesuítica “San Miguel del Carcarañá”. Estas tierras fueron adquiridas por la Compañía de Jesús en 1719 a Antonio Vera Mujica (hijo). Esta vasta heredad que comenzaba en las riberas del Paraná, con un ancho que iba desde la desembocadura del Arroyo Ludueña hasta la desembocadura del río Carcarañá, terminaba en los parajes de Las Tunas y Desmochados.

Cuando estos religiosos son expulsados en 1767, sus bienes son puestos a la venta en 1775 por la Junta de Temporalidades de la Provincia, fraccionando los terrenos en lonjas perpendiculares al Carcarañá, tarea que estuvo a cargo del Juez comisionado, Pedro Miura. El agrimensor fue el piloto Pedro Manuel Arimendi, quien tomó como puntos de referencia los mojones “del Rey” (en la desembocadura del Arroyo Ludueña), y el mojón donde terminaba el último puesto de la estancia jesuítica denominada “San Ignacio” (donde posteriormente se establecería la Estancia “la Cautiva”). Más allá de este punto, en dirección al Oeste, las tierras eran consideradas realengas.

Los primeros propietarios de esta última lonja de tierra donde se estableció “La Cautiva” fueron los esposos Miguel Gerónimo de Acevedo y Ambrosia Nuñez, vecinos de Rosario. Al fallecer el hombre, lo hereda su hijo, Justo Acevedo, a éste lo sucede Atanacio Acevedo y otros coherederos, los que a su vez venden este campo el 27 de julio de 1852 al Agrimensor Julián Bustinza. El 27 de mayo de 1859, Bustinza vende una fracción del terreno al Ingeniero Enrique Blyth. El 26 de febrero de 1867, Blyth y Bustinza venden sus respectivas fracciones a Meliton Sotomayor, y un par de días antes, el 25 de febrero de 1867, Julián Bustinza vendió un terreno aledaño, de origen fiscal, a Nicolás Sotomayor. Este terreno correspondió a Bustinza por compra al Excelentísimo Gobierno de la Provincia el 4 de enero de 1867. Los hermanos Sotomayor son los introductores en esta zona de las posturas artificiales. Ellos le venden a Mariano Cabal varias propiedades, entre las que se hallan las fracciones habidas en fechas 25 y 26 de febrero de 1867.

En el año 1871 se registró la primera rebelión ganadera, sofocada por la Policía de Rosario. El 30 de noviembre de dicho año, Cabal vende al Banco de Londres y

Río de la Plata. Al finalizar ese año, el siguiente propietario es Pascual Leguizamón. En 1879, sus hijos –Bernardo, Tomás y Domingo Leguizamón- la incorporaron a la amplia superficie que ya detentaban. Baluarte de las etapas de nuestra historia desde la época colonial, fue adquiriendo su estilo arquitectónico en concordancia a los nuevos tiempos que imponía la Organización Nacional. Así fue como aquella vieja estancia criolla dio paso a la majestuosa mansión. Ya en la época de la Confederación Argentina, era el único palacete que se erigía en estas pampas en el tramo que iba de Rosario a Córdoba a la vera del camino real.

Su emblemática denominación sintetiza las penurias que vivieron aquellos primeros pobladores con las constantes amenazas del malón. Su asco se constituyó en un bastión inexpugnable, donde los vecinos de la zona acudían a refugiarse ante el menor indicio de algún ataque de los indígenas. Por los antecedentes históricos expuestos, en el “5° Encuentro Inter Asociaciones de Historia Regional”, realizado en San Lorenzo en el año 2015, se declaró “Bien de significado histórico cultural” a los campos y edificios de la Estancia “La Cautiva”, situada en la Jurisdicción Los Molinos del Departamento Caseros.

 

 

Por EVARISTO AGUIRRE.