LA PRIMAVERA AMARGA DE SIRIA

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¿Cómo entender Siria? Cómo hacer para apartar la mirada y volver a nuestras horas cotidianas?

Dice Hegel que, con astucia, que las ideas se valen de los hombres para no ensuciarse en el barro de la historia, una lección que los dirigentes mundiales conocen muy bien pues desatan guerras desde escritorios para que las sufran las personas.

La “Primavera Árabe” es un movimiento popular que desde Túnez se fue expandiendo por el mundo árabe en reclamo de un mayor reconocimiento y respeto de libertades, derechos civiles y sociales y mayor calidad de democracia. Ésta ola de reclamos llegó incluso a países que eran gobernados por regímenes aparentemente inmunes a estos reclamos. La ocasión fue propicia para la política internacional, esa que no tiene amigos sino solo intereses.

Primero, bajo el lema de proteger a la gente, una coalición europea destruyo Libia. Es cierto, Libia estaba gobernada por el dictador Gadafi; los libios combinaban faltas graves e injustificables a la libertad con ciertas concreciones sociales. Luego de la intervención internacional, hoy está sumido en una guerra civil de carácter tribal interminable y su sociedad desintegrada y huyendo desesperada a través del Mediterráneo. Y sus pozos petroleros en manos francesas.

Algo similar pasó en Siria. Los reclamos democráticos fueron legítimos ya que el gobierno de Bashar al Asad pertenece a la minoría musulmana chiíta mientras que el grueso de su población musulmana es sunnita y para mantenerse en el poder el gobierno utilizó (y utiliza) medios de represión contra la población que incluye el uso de armas químicas. A partir de la “primavera” a los opositores de Al Asad se sumaron suníes radicalizados y comenzó en enfrentamiento violento. A fin de ayudar a la “contra” del gobierno represor de Damasco EEUU remitió material bélico a los rebeldes que propició el inicio de la guerra civil. El conflicto minó la estabilidad regional lo cual propició que los extremistas de ISIS confluyeran a la región, se apropiaron incluso de material bélico rebelde y le dieron base territorial a su guerrilla, conformando un Califato que ocupó parte de Siria y parte de Irak. Así Siria que particionada territorialmente en tres partes: el gobierno de Damasco, los rebeldes a Damasco e ISIS.

El desastre humanitario fue inmediato, los que pudieron escapar lo hicieron: cuatro millones de refugiados hacia Europa y cuatro millones de desplazados dentro del país perdieron todo, familia, amigos, casa, barrio, trabajo, cultura, etc. Pero también millones quedaron atrapados en sus hogares y a merced de los ocupantes de un territorio que cambiaba de tropas ocupantes y con cada cambio, se reprimía la falta de “fidelidad” de la población civil.

EEUU y aliados empezaron a intervenir en la región con el objetivo de combatir a ISIS pero las operaciones nunca avanzaban y el gobierno de Damasco comenzó a denunciar que tales operaciones solo eran aparentes y que el primer objetivo de Washington no era ISIS sino Damasco, por lo que finalmente y ante el estancamiento de la lucha contra ISIS, Al Asad dio pie a la intervención rusa. Los rusos realizaron una campaña feroz contra ISIS y en meses arrasaron el Califato; claro que la toma de cada ciudad y territorio se hizo sin que importara el enorme daño colateral a la población civil que quedó atrapada entre los contendientes.

Fortalecido por el éxito de la campaña rusa (y que expone a la campaña de EEUU), Al Asad volvió a las andanzas contra los rebeldes y en ese marco reaparecieron los ataques con armas químicas contra poblaciones civiles. En la de Guta murieron 70 personas, muchos de ellos niños.

Respondió Trump llamando a Francia e Inglaterra a intervenir contra Damasco y se produjeron los bombardeos selectivos que tuvieron como blanco supuestas instalaciones de armas químicas de Al Asad. Un video muestra a un niño que es atendido por las consecuencias del ataque con armas químicas mientras el hospital donde se atendía era bombardeado, es decir, la población sufre tanto a unos como a otros.

Los antecedentes del gobierno de Al Asad muestran que ya ha utilizado armas químicas, por lo que no sorprende que lo haya hecho otra vez; su descargo es que se trata de un ataque de “falsa bandera” para justificar los bombardeos. Recordemos que Rusia permanentemente califica de “falsa bandera” cada hechos que se le atribuye.

Por otra parte EEUU justifica el ataque invocando la destrucción de armas, mismo argumento que utilizó en Irak y que el propio agente de la CIA que elaboró el informe sobre el que basó Washington dijo que había informado justamente lo contrario, escándalo que se rebeló bajo su firma en la nota del diario N Y Times titulada “lo que nunca encontré en Nigeria (que era el lugar desde donde había salido el supuesto uranio enriquecido de las armas de destrucción masiva de los iraquíes que nunca se encontraron).

¿Y los rusos? Pues no están por comedidos sino movidos por el reverdecer de las políticas de protagonismo militar de un Putin que solo piensa a su país como potencia hegemónica y dominante. Por si fuera poco, petróleo, puertos seguros, oleoductos, armas y geoestrategia hacen del conflicto un lugar apetecible para dos de las industrias más poderosas del mundo.

7 años después del inicio de un movimiento que ilusionó con mejorar sus libertades, Siria es un despojo. A nadie le importa realmente su población. Millones de desplazados, ciudades arrasadas, economía destruida, educación desaparecida configuran una tragedia consumada