SÓLO SE TRATA DE SENTIR…
“LIBRE”
La palabra libertad hoy en día esta resonando en varias partes del mundo. Pero pareciera que no habláramos de lo mismo cuando la pronunciamos. En mayor o en menor medida, desde lo individual o lo comunitario, se puede sentir la vibración del reclamo por la libertad en algún sentido.
Libertad de expresión, de opinión, de circulación, de pensamiento, económica, de consciencia, libertad de religión, libertad sexual, laboral, libertad en la vida privada, en fin…entre otras.
Y entonces nos pasa que la libertad individual y colectiva se encuentran atravesadas por los diferentes escenarios de la realidad geográfica, cultural, política, socioeconómica y ambiental de cada lugar en la tierra.
¿Cómo podemos medir la libertad? ¿libres como quién pretendemos ser? ¿quién está más o menos libre? ¿de quién o de que nos queremos liberar? ¿Dónde comienza a obstaculizarse? ¿Cuál es el termómetro de la libertad? y, sobre todo, que sentimos realmente cuando consideramos que estamos libres…
¿Tenemos conciencia de ese concepto?
La libertad como definición es una facultad inherente al ser humano y también es reconocida como un derecho y un valor. Tiene en cuenta la voluntad personal o de un grupo y está relacionada con diferentes áreas del ser humano: tanto física como psíquica. También tiene límites, porque se debe respetar la propia y la ajena.
Pero por más permiso que nos otorgue el estado o la comunidad en la que nos desarrollemos, existe la “libertad del ser” y los únicos que la podemos restringir somos nosotros mismos.
Nos encontramos a menudo con situaciones que mueven a la humanidad a correr de tras de una libertad teñida de un falso empoderamiento individual en donde se cubren de una armadura casi impenetrable para “cuidarse” de quienes puedan ponerse adelante. Entonces no dan nada y tampoco toman nada. Sintiéndose “libres” de quien nunca se quedará o de algo que tampoco pasará. Totalmente vacíos…desvinculados y de espaldas a la propia vida. Así como también, lo sepamos o no, participamos en forma activa o pasiva de diferentes hechos aberrantes de la humanidad a lo largo de la historia, en nombre de esa libertad que dice: “…YO HAGO LO QUE QUIERO…”.
Pero cuando nos toca a la puerta el momento de hacer una elección y debemos decidir, ahí recién nos encontramos ante la verdadera valoración de la libertad. Porque se dejan ver los verdaderos obstáculos…SIEMPRE QUE NOS DEMOS EL PERMISO DE MIRARLOS…
Y así, se empieza a revelar cual es nuestra parte responsable que hace difícil lograr esa sensación que nos devuelve tanta sanidad. Y aunque no lo consideremos, las decisiones que tomamos son actividades de la vida diaria, que de acuerdo a como las gestionemos, transitaremos los siguientes pasos.
¿Te animas a mirar de que se trata?
¿Qué tan libre estas para concederte ese TIEMPO Y ESPACIO de hacer consciente tus emociones ahora?
La libertad del ser es esa honestidad que yace en vos…cuando lo que piensas, dices y haces, tienen congruencia. Tan solo déjate llevar por tus sensaciones…esas que llegan a vos en cada paso que das…y casi nunca te habilitas a escuchar.
La libertad del ser la obtiene quien se encuentra a sí mismo y es capaz de habitarse con todo lo que es sin juicio. Somos ese “TODO”. Y cada ser humano, para hallarse en sintonía con su alma, necesita ser autentico con alguien, alguna vez…. incluso para sobrevivir.
Solo que con el correr de los años, al impregnarnos de relatos, experiencias y palabras, lo propio a veces se desdibuja…y en nuestro sentir y actuar nos olvidamos de anidar lo que nos define más allá de lo que nos sucedió. Si nos atrevemos a integrar lo que fue difícil, el movimiento de superación podrá ser más grande que las huellas del tiempo, ampliando así nuestra capacidad de afrontar la adversidad.
Libre es…
Quien entendió que es responsable de su presente más allá de los retos del pasado.
Quien comprende que amarse con todo lo que se es, hace florecer la llave del éxito.
Quien accede a la transformación poniendo luz a su sombra.
Quien reconoce sus imperfecciones exponiendo ante los demás toda su humanidad.
Quien al mirar a sus pares se siente del mismo tamaño.
Quien admite su autenticidad sin juzgarse.
Quien concede a la voluntad de la gran alma su máxima expresión más allá de la intención consciente.
Quien se permite ser menos libre…de vez en cuando…para gozar de otra forma de plenitud, porque comprendió que la vida tiene sentido cuando al involucrarse, sus decisiones pueden beneficiar a alguien más.
Como dijo Bert Hellinger: “…libre es aquel que sabe transformarse…y solo sabe transformarse quien es capaz de desprenderse y de seguir la próxima gran marcha hacia lo desconocido…”
Tal vez lo que necesitemos es liberarnos de algunas creencias, de nuestras lealtades familiares e implicancias, dejando el pasado en su sitio y haciéndonos adultos honrando la forma en que llegamos hasta acá. Porque cuando nos quedamos abrazados al sufrimiento, lo nuevo no puede ingresar…y el vacío se hace más grande que nuestra capacidad de DAR Y TOMAR, y el amor allí… se pierde sin ser visto.
A menudo ese vacío es ocupado por el miedo, la angustia y la ira. Cargas que recorren el cuerpo buscando salir a través del dolor que evitamos. Y en ese ocultamiento que no es más que negación, hace que la carga que nos habita se haga más pesada. Como sabemos, lo que se evita se impone con más fuerza. Está en vos que la energía de la herida pueda dar ese salto cuántico y convertirse en energía vital.
Te invito a que te tomes el tiempo que necesites para darle lugar a lo que te sucede después de oír tus decisiones. Así como lo hace el medico con su estetoscopio que amplifica los ruidos corporales para lograr mayor percepción, vos puedas describir, poniendo atención a las sensaciones físicas, la información que tus órganos te ofrecen al hablarte.
Que logres despertar y correrte el velo que te impide ver esas repeticiones, y así darte cuenta que no estás en tu lugar, y que tu lugar…tampoco es el que tantas veces te inventas. Aunque te jactes de saber tomar tus propias decisiones, te tropiezas con los mismos resultados, reproduciendo idénticos patrones. Pero claro… mejor contarte que son ellos, llámese vecino, gobierno, el clima, etc…, los culpables de tu pesar, que hacerte cargo de la historia que aun pide ser integrada y maniobra en tu lugar. En todo caso, vendría bien preguntarte cuál es tu contribución en las disposiciones que establecen los de afuera, incluyendo también los fenómenos del clima.
¿Quién estas siendo cuando enmudeces, cuando gritas, cuando te enojas, cuando reprimes, cuando desatas la ira? ¿Y cuando te haces tan pequeño? ¿cuándo vas por tu objetivo si mirar a tu alrededor pisoteando a quien fuera? ¿Quién eres cuando el miedo dirige tu vida?
Te propongo que intentes dibujar la línea del tiempo en el piso y te ubiques donde estas respecto a eso que deseas lograr. ¿qué recursos utilizaste para llegar a donde estas ahora? ¿Qué te impide dar el siguiente paso? ¿Cómo harías para obtener lo que falta para resolver lo que lo impide? ¿puedes imaginar que llegaste al objetivo? ¿era realmente tuyo? Cuando hagas espacio suficiente para vivenciar tus propias respuestas, te vas a dar cuenta de cuanta libertad del ser practicas a lo largo del día, o ante quien estas siendo fiel con tu forma de vivir la vida.
Nunca es tarde para invertir tiempo en expandir tu conciencia. Puedes aprovechar este ejercicio de la línea del tiempo, mirando a tu alrededor, explorando el espacio con todos los sentidos, registrando como recibe tu cuerpo mente y espíritu esos estímulos. En la quietud se produce ese centro vacío que establece el encuentro con vos mismo, dándote la posibilidad de mirarte al desnudo, para comenzar a pisar con tus propios pies. Descubriendo tal vez, que no te encuentras tan libre como pensabas, y que no es allí por donde hoy elijas continuar.
La libertad del ser en su máxima expresión, la consigue quien es capaz de traer a la consciencia las respuestas de su lenguaje corporal mientras está decidiendo en medio de la tormenta.
Pero también, es mi responsabilidad aclarar…que es solo el relato de mi experiencia…
Y como siempre…yo te invito a que lo sientas.
Por GISELA MONTANARI – Licenciada en Terapia Ocupacional / Facilitadora en Constelaciones Familiares – Avalada por (C.L.C.F.) / Nivel Avanzado Somátic Experincig Trauma Institute (SETI)