Recién me acordé que en el sueño de anoche llegaba a casa.
No sé si era la de mi infancia o la de mi edad adulta, solamente sentía ese oasis espiritual que provoca, siempre, el HOGAR. Así, con mayúsculas.
Tiene un sonido común la palabra CASA. Sin embargo hay mucho de cada uno de nosotros en estas cuatro melodiosas letras. Nos basta pronunciarlas para hablar de cada uno.
Debo haberlo recordado porque acabo de regresar de una salida intrascendente. Y al entrar … la luz en la ventana, los aromas conocidos, los ruidos familiares obraron en mí un efecto balsámico. Se fue el malhumor, la leve desconfianza, el cansancio.
Es encantador ese momento del día en que volvemos a nuestros pequeños munditos, hecho de simples cosas y no tan simples personas. Perfumes, sabores, colores y voces que reconoceríamos en cualquier momento y lugar.
Una casa, un hogar. Una bendición.