MUJERES FUERTES

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Somos mujeres y somos fuertes.  Un poco sabias, un poco locas.

Confiamos en nuestras capacidades, tenemos convicciones firmes pero estamos abiertas al cambio y a confrontar de modo constructivo.

Creemos en nosotras mismas y en nuestra entereza, que puede devenir en multiplicidad sin dejar por ello de ser una.

Tenemos un proyecto, posible, imposible, pequeño, enorme, inmediato, lejano. Sea como fuere lo tenemos y hacemos lo necesario por realizarlo, aunque nos digan que no vale la pena.

Somos fuertes porque sabemos hacernos respetar sin ser duras. Sabemos decir NO, sin vueltas y con una sonrisa.

Entendemos el poder de la elección, que significa renuncia también.

No dejamos ni dejaremos jamás que nos manipulen. Estamos disponibles en el buen sentido, pero nadie nos usa.

No compramos modas a tontas y a locas, de ningún tipo.

Somos fuertes y nos permitimos momentos de debilidad, de cualquier clase.

Somos blandas al abrazar, pero con un cuerpo preparado para las durezas del mundo.

Amamos con todo nuestro ser y nos alimentamos de amor.

Las mujeres fuertes amamos la diferencia que existe natural, genética, física e inmemorialmente con los hombres. Decimos VIVA esa diferencia, que nos resulta irrenunciable. No banalizamos la igualdad, tan necesaria en muchos sentidos.

Las mujeres fuertes somos femeninas, suaves, dulces, impulsivas, frontales, flexibles, inflexibles, rotundas … y femeninas, otra vez. Y fuertes, otra vez.

Sabemos decir que estamos, siempre, de todos modos, donde nos necesiten, sin decirlo. Mirando, estando.

Tenemos costados de fragilidad personales y distintos, cada una de nosotras. Que nos hacen más fuertes.

Algunas nacimos así, otras fuimos así paridas a través de los años, de los golpes y caricias de la vida.

La fortaleza es femenina, por excelencia.

Tarde o temprano estamos destinadas a descubrirlo.

 

 

Por MARÍA ROSA INFANTE.

(Pintura: «Mujeres del mundo», Susana Khabbaz).