Así, de cara al suelo agrietado
la encontré, Señor Juez.
No, no haré eso: no gusto de lo obvio.
Diré que floreció
después de caer de un corazón;
quizás de aquel que descubrieron
debajo del pecho de Manuel
y que, según dicen,
era demasiado grande.
(Claro, aquellos hombres
sólo pudieron percibir eso,
lo demasiado grande,
después de una autopsia.)
Diré también, Señor Juez,
que se me ocurre
que aquellos hombres aún no acabaron
de encontrar en el cuerpo
las causas de la muerte,
y por eso aquel pecho -Ay, Patria mía-
sigue abierto
y aquel corazón demasiado grande
sigue herido.
Agregaré que es probable
que aquellos hombres,
y otros
y muchos de nosotros,
no hayamos escuchado bien.
Porque dicen algunos,
antes de que esa muerte
a la que buscan causa
le saldara las deudas al enfermo,
el habló para siempre:
-“Yo espero
que los buenos ciudadanos de esta tierra
trabajarán
para remediar sus desgracias.”
Preguntaré, entonces, señor juez:
¿Será que aún espera Manuel
ese remedio en futuro imperfecto,
así,
a pecho abierto,
de cara al suelo
aún demasiado grande el corazón,
y floreciendo?
MF Trebol, 20 de junio de 2020.
Por MARÍA FERNANDA TRÉBOL – Licenciada en Comunicación Social
