«SÓLO SE TRATA DE SENTIR», por GISELA MONTANARI

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CUANDO EL MIEDO TOCA LA PUERTA…

 ¿Qué hacer cuando el miedo toca a mí puerta? ¿Lo dejo entrar?

¿Es el miedo mi enemigo? ¿Qué pasa si lo excluyo? ¿Será mejor negarlo?

Si el miedo es una emoción básica y tan antigua como la historia de este mundo. ¿Si ha resultado  un modo de supervivencia de la naturaleza, por qué no mirarlo? Hay muchas personas que prefieren evadir el miedo y con el traje de super héroe dicen “a mí nada me va a pasar” y en realidad están guardando debajo de la alfombra una alta carga traumática, siendo muchas veces estas personas las que “ayudan” a tantas otras. Otro grupo social, en cambio, se encuentra en un estado de pánico en donde quedan paralizados ante la situación. En ambos casos hay estancamiento, falta de acción. Y si no hay movimiento, no hay liberación, y sin liberación se hace difícil encontrar la calma.

¿Y qué significa entonces mirarlo? Mirarlo sería descubrir como transcurre en mí un estímulo externo o interno, ya sea desde la información periodística, un suceso familiar, laboral, etc. Tomemos un ejemplo bien actual. ¿Cómo transcurre en mí este suceso mundial del COVID 19? Entonces nos permitimos unos minutos, esos que antes nos faltaba porque vivíamos contra reloj, entrando y saliendo, sin mirar lo que de refilón estábamos viendo.  Y nos sentamos en una silla en la habitación que escojamos de nuestro hogar, le abrimos la puerta al miedo y permanecemos totalmente presentes en nuestro lugar. ¿Y que es estar presente y en nuestro lugar? Es ya dejar de enojarnos y lamentarnos por lo que fue y también por lo que no fue. Así como también, dejar de alarmarnos por todo lo desconocido que puede pasar a partir de mañana.

Entonces de este modo estamos en el presente, lo más apropiado para tomar conciencia de la realidad. Porque cuando transcurrimos en el aquí y ahora, podemos hacer algo al respecto. Ni todo ni nada, algo. Pero muchas veces nos cuesta permanecer en nuestro lugar y eso no nos permite estar con nuestra propia fuerza en lo que nos toca atravesar. ¿Cuándo no estamos en nuestro lugar? Cuando nos paramos en el lugar de nuestros abuelos, o nuestros padres o nuestros ancestros y experimentamos los acontecimientos de la misma manera que lo vivieron ellos, aun siendo diferentes los contextos, los escenarios y los eventos.  ¿Que nos pasa cuando vaciamos las góndolas llenando los carritos del super sin saber a veces que llevar? ¿Con que memoria traumática de nuestra historia familiar estamos implicados? ¿Por qué una persona se escapa de un control civil? ¿Quién se escapó y de qué en su sistema familiar? ¿Todos transgredimos algo en esta cuarentena o no? Deberíamos tomarnos el tiempo de revisarlo para poder integrarlo y cambiarlo por el bien de todos.

Y ahora si…volviendo a la silla en nuestro hogar, empezamos a registrar las sensaciones que nos produce en el cuerpo, observando como impacta en nosotros, reconociendo cuando ya es demasiado, y así establecer nuestros límites y preservarnos. Poder escuchar los latidos del corazón, como está la respiración, si sudan las manos o están frías.  ¿De qué manera nuestra fisiología responde a un determinado evento? ¿Con qué imágenes internas nos encontramos y cuáles son nuestros recursos para moderar esa carga? Poder mirar alrededor de la habitación lentamente, prestar atención a los colores, escuchar los sonidos que llegan desde afuera y desde adentro. Sentir los olores, explorar desde los pies hasta la cabeza cada articulación observando que partes de mi cuerpo está mejor y cuáles se encuentran un poco más tensas.

Y tal vez también sea oportuno hacer una honra a tantos ancestros que hicieron lugar para que lleguemos a esta vida pasando por tantas adversidades extremas. De ellos debemos tomar el aprendizaje, porque también el miedo les toco la puerta. Y si los escuchamos con el corazón, seguramente nos van a dar la respuesta.

Querido lectores…. al miedo hay que validarlo, si toca la puerta lo mejor que podemos hacer es reconocerlo. Sólo así se hará más pequeño. No intenten hacerlo desaparecer, porque en su justa medida… puede ser un amigo que nos haga más humildes, menos soberbios y más solidarios.

 

Por GISELA MONTANARI –  Licenciada en Terapia Ocupacional / Facilitadora en Constelaciones Familiares – Avalada por (C.L.C.F.) / Nivel Intermedio Somátic Experincig Trauma Institute (SETI)