EL VALOR DEL TIEMPO

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Para darte cuenta del valor de un año, consúltale al estudiante que salió mal en un examen final.

Para darte cuenta del valor de un mes, consúltale a una madre que ha dado a luz a un bebé prematuro.

Para darte cuenta del valor de una semana, consúltale a un enfermo internado.

Para darte cuenta del valor de una hora, consúltales a los novios que esperan para verse.

Para darte cuenta del valor de un minuto, consúltale a la persona que ha perdido el tren, el colectivo o el avión.

Para darte cuenta del valor de un segundo, consúltale a la persona que ha sobrevivido a un accidente.

Para darte cuenta del valor de un milésimo de segundo, consúltale a la persona que ganó una medalla de plata en las olimpíadas.

El aprovechamiento del tiempo en la vida cotidiana evita el estrés. El desperdicio de minutos puede reflejar falta de motivación o dificultad para tomar decisiones. Es necesario identificar los factores de distracción y alinear los objetivos con los valores que dan sentido a nuestra existencia.

Todas las personas disponemos de él, pero es muy conveniente saber aprovecharlo convenientemente. Algunos sostienen que vale oro, pero ni el hombre más rico del planeta puede comprarlo. Para nosotros, los creyentes, es gloria, porque si vivimos bien cada momento presente con alegría, estamos preparando la morada eterna.

En el trabajo hay que buscar el mejor provecho de cada minuto. Para ello hay que evitar la negativa sensación de no llegar con el trabajo, momento en el que nunca parecen suficientes las veinticuatro horas que tiene el día.

Un buen inicio es hacer una pausa, dedicar unos minutos a organizar la agenda del día y discernir lo importante de lo urgente. Pero, en realidad, éste es el último plazo de un plan que incluye diagnóstico, planificación de objetivos y revisión de lo programado.

Siempre es bueno comenzar el día dando a Dios un rato con la oración serena que nos hace centrar en lo importante.

Por JORGE NARDI