A veces es mejor dejar ir, dejar que fluya, dejar de seguir y seguir dejando. No por soberbia, ni capricho, sino para estar bien con uno mismo. La vida es una continuidad de sucesos, algunos de ellos dejan marcas inherentes en nuestra alma, otros pasan desapercibidos como un día más, como una sonrisa más, como un instante fugaz.
Soltar implica dejar lo añejo y dar lugar a lo nuevo, no podemos recibir lo novedoso si tenemos las manos y el pensamiento ocupados por y en el pasado. Esos momentos colmados de felicidad, esas miradas en sintonía, esos abrazos despreocupados tuvieron lugar en otro tiempo, en otro lugar, y yo ya no soy la misma persona que recibía y que daba esos cariños. Por algo tomamos decisiones, por algo otros toman decisiones que nos sacan de la órbita, tal vez no comprendamos en ese momento el motivo, sin embargo el tiempo te demuestra que la vida es experiencia, que hay que aprender de todo lo vivido, que la vida es continuar a pesar de cada desafío. Por eso hay que aceptar, que no significa resignar, hay que aceptar que no todo es como queremos que sea, que las personas por algo aparecen en nuestra vida, por algo se quedan, por algo se van. Hay que aceptar que lo que fue bueno en su tiempo, tal vez no lo sea en el presente, por algo ya no forma parte de este instante. Cuesta aceptar lo que no queremos resignar pero si no lo hacemos quedamos aferrados a algo o a alguien que no quiere ocupar ese lugar, entonces es mejor dejar atrás lo que no quiere retornar.