«POR ESA MALA CONCIENCIA…», por GISELA MONTANARI

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SÓLO SE TRATA DE SENTIR

POR ESA MALA CONCIENCIA...

Desde que nacemos, nuestra personalidad se va forjando a través de la conciencia personal, esa que distingue entre lo que está bien y lo que está mal, capaz de reconocer que tan “moral” puede resultar un acto personal.

La conciencia personal es consciente, la podemos sentir. Es la que nos habla al oído analizando los actos previamente, antes de llevarlos a cabo. Visto de ese modo, queda claro que esa conciencia es la que nos dirige. Pero ahora quiero mostrarte otras aguas en las cuales pude sumergirme y en las que aún sigo buceando. Esa “mala conciencia” ¿De qué estoy hablando cuando digo mala conciencia? Sin duda uno de los tantos temas reveladores de la filosofía de las Constelaciones Familiares de Bert Hellinger.

A lo largo de la vida vamos absorbiendo creencias y conductas de nuestra familia, país o cultura. Y cuando utilizamos éstas como vara de medida, estamos regidos por la “buena conciencia”. Lo que no sabemos, es que muchas veces, ese camino nos hace infelices. Entonces cuando se dice “mala conciencia” en esta filosofía, no se trata de hacer algo malo, se trata de hacer algo diferente.

El individuo obedece a su conciencia de manera particular en cada grupo, muy lejos de coincidir. Es decir; lo que sirve a un grupo puede perjudicar al otro, y lo que en un grupo le asegura inocencia, en el otro lo arroja a la culpa. ¿Seguro ya se te viene a la mente más de un ejemplo no?

¿A caso te pasó en alguna oportunidad sentirte a gusto con un tema, por tus convicciones, que jamás tocarías con tu familia? Porque tal vez, de hacerlo, estarías tomado o tomada por la molestia, caracterizada por la angustia o el enfado.

Esa actitud de hacer algo diferente, viene de hacerse preguntas y de mirar la propia historia que nos habita. De intentar ver qué ocurre cuando soltamos algunas creencias y patrones. ¿Qué sucede cuando dejamos de juzgar lo que está bien o mal de acuerdo a nuestra conciencia personal? Lo que sobreviene es el corazón tomando el mando. Es una experiencia interesante, porque se revela el verdadero potencial individual. Ese que nos hace únicos en el sistema familiar. ¿Y qué crees que pasa? Ahí comienza la verdadera vida, la real, porque esa energía genuina sale con fuerza hacia el exterior y es funcional al medio, como servicio a la comunidad en donde nos desarrollamos. Ahí la propia fuerza resulta útil para el mundo, todos se enriquecen.

¿Por qué nos costará tanto lograrlo si nos beneficia así? Para trascender el fastidio que nos genera elegir distinto, debemos hacerlo como adultos. Con valentía, fuerza y madures.

A veces nos cuesta tomar otros caminos que nuestros padres porque la voz de la conciencia nos hace deslizar hacia el sentimiento de culpa que nos obliga a mirar hacia atrás. Con cierto temor a perder la inocencia y la pertenencia.

A menudo nos pasa al tomar decisiones, sea en el ámbito que sea. ¿Te encontraste alguna vez aceptando las normas de ese grupo de trabajo o de amigos, sin sentir que sintonizabas, con tal de no dejar de pertenecer, sea por motivos económicos, políticos o afectivos? Si fue así, también podrás describir cómo estaba o está tu salud en general. Los efectos de no vivir alineados con lo que sentimos, decimos y hacemos, nos hablan desde los sistemas de nuestro sagrado cuerpo humano.

Como Terapista Ocupacional, pude observar, a lo largo de mi carrera, como el individuo entra en un estado alienante cuando queda atrapado en una actividad sin propósito. Ese piloto automático que evidencia como se contrapone el “hacer” con el “ser”, perdiendo el sentido de la identidad en la vida cotidiana.

Pero desde las Constelaciones Familiares me permití descubrir otra profundidad. Esa que está por debajo de lo que se ve, cobrando forma en la imagen interna del corazón.

Date la oportunidad de escuchar lo que ESTÁS DICIENDO a través de tus estudios médicos y recupera tu esencia, esa que te conecta con tu centro energético y la fuerza del espíritu. Construye tu propia historia, sin temor a dejar de ser parte, porque siempre nacerán nuevos brotes dando frutos.

Te voy a recordar algunos acontecimientos históricos que se gestaron desde la “mala conciencia” y que sellaron bases sólidas para la evolución humana.

Para la mayoría de las mujeres en el mundo, poder votar o ser consideradas iguales que los hombres ante la ley son derechos básicos. Pero no siempre fue así. Si esa primer mujer, seguida por un sector de la comunidad, no hubiese actuado con la fuerza y madures desde esa “mala conciencia”, el sufragio femenino aún se nos estaría negando. ¿Qué sería de este mundo sin los descubrimientos de nuestros científicos que tomaron el riesgo de ser mal mirados y excluidos? ¿Cuántos de ellos siguieron el camino de su corazón, aún en contraposición con el entorno, torturados y perseguidos, regalando al mundo algo más de progreso?

¿Tienes idea cuanto daño se hace, desde que el mundo es mundo, justificados por la “buena conciencia”?  Esa conciencia tranquila de sentirse autorizados a perjudicar a otros tan solo por ser diferentes.  Ese automatismo lineal de decir siempre que sí a un partido político, religión o grupo sin medir las consecuencias, tan sólo por “defender al clan”.

La “mala conciencia” no es sinónimo de soberbia. Todo lo contrario, es tomar la responsabilidad de reconocer una posición diferente, con humildad. Entonces te puedes abrir a una instancia superior que va mucho más allá de lo que está bien o mal. Es como entregarte a algo más grande. Y te das cuenta que tu cuerpo se empieza a aliviar y la coherencia de repente comienza a habitarte a través de los sentidos.

Cuando te animas a ampliar la mirada, estás evitando que tu propia ideología lleve puesto a tu corazón. Y que tus “ideas” no tiñan de prejuicios a quien tienes en la vereda de enfrente.

Para terminar…te sugiero…no creas en lo que te digo…

Como siempre…yo te invito a que lo sientas.

 

Por GISELA MONTANARI –  Licenciada en Terapia Ocupacional / Facilitadora en Constelaciones Familiares – Avalada por (C.L.C.F.) / Nivel Avanzado Somátic Experincig Trauma Institute (SETI)