CICATRICES

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La leve línea blanca en el índice de mi mano derecha a veces se nota. Es la marca que me hice con mi triciclo, cuando se perdieron los protectores del manubrio. Esa pequeña cicatriz que el tiempo no pudo borrar me recuerda que fui chiquita, allá lejos.

Tengo un par más, en una rodilla, en un brazo. Tenue una, definida la otra.

Pensaba en las cicatrices, claro. Y en esta maravillosa frase: «Adoro la ambivalencia poética de una cicatriz, que tiene dos mensajes: aquí dolió, aquí sanó» -Louise Madeira-.

Tenemos que honrarlas, nuestras heridas cicatrizadas. Nos enseñan, nos curan. Uno las mira, recuerda, las toca insistentemente. Las lleva consigo toda la vida, son también nuestras marcas registradas. Tatuajes involuntarios, dolores pasados, batallas ganadas, travesuras, momentos difíciles, momentos felices, ya que un nacimiento puede dejar una huella de amor en el cuerpo.

La sutil línea blanca de mi índice hoy se nota y me dice que un día monté un triciclo azul, rojo, amarillo y cromado. Cuando aún no llegaba a los pedales. Qué linda, mi cicatriz.

 

 

Por MARÍA ROSA INFANTE