Irme de mí.
Como si fuera tan fácil,
como si la carne estuviese adosada a eso que algunos llaman alma,
como si despojarse de una misma
fuese un segundo que dura para toda la vida.
Arrancarse para dibujarse y no desfigurarse.
Avatares de un dominio que ya no gesta en querer despertar.
Libertades que han sido adueñadas por aquella alma.
Pinceladas de colores fugitivas sin piedad.
Irme aunque sea por un rato
para que el regreso sea un buen presagio.
Por AGUSTINA FERRAGUTTI