Gladis Noemí Bonafede. O Gladis Bracaccini. O la mamá de Luisito.
Y de Eduardo Bracaccini, aquél joven hecho símbolo que fue desaparecido y muerto por la tenebrosa dictadura.
Ese dolor, inconmensurable dolor de una madre por la pérdida de un hijo, más aún en esas terrible circunstancias, la hicieron vivir elevando las banderas del pedido de memoria. De portar el nombre y la foto de Eduardo para que nadie olvide su nombre, su vida ni su muerte.
Nunca quiso usar el pañuelo blanco de las Madres. Quizá porque lo simbolizaba con su mansa bravura, su coraje cotidiano, su valentía hecha reclamo, su dolor redimido en su militancia y su batalla por la verdad y la justicia.
En la tarde de este viernes 29, cuando la Ciudad se desperezaba en la tarde del día de su Patrono, Gladis se fue de este mundo en el que le tocó transitar su pena profunda y su hidalguía innegociable.
Muchas personas y entidades expresaron su pesar a través de redes sociales, despidiéndola con cariño y reconocimiento.
El autor de este breve artículo y su familia hemos recibido de Gladis permanentes muestras de afecto, que nos hicieron quererla de manera entrañable.
Chau, Gladis… Te vamos a extrañar… Aunque quienes viven con tu fortaleza y tu dignidad, no mueren nunca…
