«CARTA A LOS REYES», por MARÍA ROSA INFANTE

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Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:

Allá, del otro lado, hay alguien que no tiene nada. Del otro lado del mundo, del otro lado pero en mi propio país, del otro lado de mi realidad. Hay alguien que no pudo, que no supo, alguien al que no lo dejaron. Que en el reparto injusto fue ubicado o mejor, desubicado, carente de toda carencia, lejano para quienes no quieren ver. Porque aquello que no se ve, no duele, no incomoda, no perturba. Ojos que no ven…

Les pido por ellos, en sus formas humanas y animales. Les pido por nosotros, los que estamos más cerca del sol, que sale para todos pero calienta diferente para cada uno. Para que sepamos mirar hacia ese otro lado, hacia los otros, en el convencimiento de que alguna vez no habrá lados, seremos uno y un cuento con final feliz. Les pido que a los del otro lado les traigan más que incienso, oro y mirra… fuerzas, salud y más vida, mejor vida.

Les pido también que a nosotros los más favorecidos nos traigan perennes convicciones y empatía, palabra de moda si las hay, para no ser indolentes, para vencer la cómoda indiferencia inmemorial del género des-humano. Traigan ganas de construir, de armar lo roto, de mirar a través, de leer entre líneas, de ayudar contundente o sutilmente según sea necesario. Como no hay fórmulas para aliviar, consolar, cambiar, traigan voluntad de sumar, siempre.

Traigan bocanadas de aire fresco para ahogar penas del alma, del maltrato, del sentir que uno se cae del mundo. Dejen bajo el árbol, o en los jardines, en las calles, en los cielos y la tierra la posibilidad, la utopía de ese lugar que andamos buscando desde que nacemos. Ese lugar que suele ser esquivo para los del otro lado y también para los de este: la felicidad, o el estado de gracia que más se le parezca. Traigan el valor de vivir sin anestesias. La valentía de vernos entre seres vivientes y amarnos, un poco, un poco, un poquito más. Todos nosotros necesitamos amor.

¿Será necesario resetear el mundo para entenderlo? Ojalá que no.

 

Por MARÍA ROSA INFANTE