EL SEXO FEMENINO EN LAS PALABRAS QUE USAMOS

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Lo que se escucha no siempre es lo correcto. Como hablantes transitorios de un idioma no debemos desconocer su normativa; por el contrario, si ignoramos algo, averigüemos, estudiemos, investiguemos. Hay que ofrecer resistencia a este avasallamiento lingüístico que nos pretenden imponer quienes no saben nada de la lengua que usan. Las mujeres no nos reivindicamos por la terminación de las palabras con la letra «a» cuando nos autoinvocamos o hablan de nosotras. ¿Acaso alguna mujer quiere que le digan inteligenta, sensibla o brillanta? A veces, las terminaciones de las palabras en «a» no nos hacen ninguna reivindicación, por el contrario, nos denigran. A las pruebas me remito:

Zorro: Héroe justiciero, Zorra: Prostituta; Perro: Mejor amigo del hombre, Perra: Prostituta; Aventurero: Osado, valiente, arriesgado, Aventurera: Prostituta; Cualquier: Fulano, Mengano, Zutano, Cualquiera: Prostituta; Callejero: De la calle, urbano, Callejera: Prostituta; Hombrezuelo: Hombrecillo, mínimo, pequeño, Mujerzuela: Prostituta; Hombre público: Personaje prominente, funcionario, Mujer pública: Prostituta; Hombre de la vida: Hombre de gran experiencia, Mujer de la vida: Prostituta; Atorrante: Adjetivo que indica simpatía y viveza, Atorranta: Prostituta; Regalado: Participio del verbo regalar, Regalada: Prostituta; Rápido: Inteligente, despierto, Rápida: Prostituta; Puto: Homosexual, Puta: Prostituta; Héroe: Ídolo, Heroína: Droga; Atrevido: Osado, valiente, Atrevida: Insolente, maleducada; Solterón: Codiciado, inteligente, hábil, Solterona: Quedada, lenta, «ya se le fue el tren»; Dios: Creador del Universo, cuya divinidad se transmitió a su Hijo varón por línea paterna, Diosa: Ser mitológico de culturas supersticiosas, obsoletas y olvidadas; Suegro: Padre político, Suegra: Bruja, metiche; Machista: Hombre macho, Feminista: Lesbiana; Don Juan: Hombre en todo su sentido, Doña Juana: Mujer de la limpieza.

Y ahora, ¿terminamos con la letra «a» todas las palabras que remiten al sexo femenino?

 

Por MARCELA RUIZ