«RINCÓN LITERARIO», poema de MARÍA ESTHER MIRAD

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EN MEMORIA DE UN DESCONOCIDO

 

Tal vez en el borde impreciso de la tarde,

supo que se acercaba a la última puerta de la última calle

y se calzó la máscara de yeso que clausuró su sangre.

Después, casi en puntillas, se arrimó a la frontera

del secreto país que lo esperaba.

Extraviada, en el extremo umbral de los misterios,

su sombra rozó el último peldaño de la tierra,

como un mudo llamado, igual que una advertencia,

una señal de plumas para que alguien supiera que se iba.

Yo recogí los signos del  mensaje.

Yo que nunca lo ví, supe la hora exacta de su paso,

porque el aire tembló y un torbellino apenas registrado,

giró en mi sangre y un pañuelo de niebla

cubrió, por un segundo, el vuelo de las aves.

 

Nunca sabré u nombre, molido entre la bruma.

Ni lloraré su ausencia… pero era un hombre.

Ahora, en su lugar hay un vacío.

Y nos falta la luz de sus pupilas.

 

TEXTO: MARÍA ESTHER MIRAD, extraído de su libro “Primera Sinfonía”.