LA CHOZA EN LLAMAS

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Desde una isla remota, el único sobreviviente de un naufragio oraba fervientemente, pidiendo a Dios que lo rescataran, y todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero ésta no llegaba nunca.

Cansado, empezó a construir una cabaña muy reducida para protegerse, y proteger sus pocas posesiones. Un día, después de andar buscando comida, encontró la choza en llamas, el humo subía hacia el cielo. Confundido y enojado con Dios, le dijo: “¿Cómo pudiste hacerme esto?”, y se quedó dormido sobre la arena.

Temprano en la mañana del siguiente día, escuchó asombrado la sirena de un barco que se acercaba a la isla. Venían a rescatarlo. Les preguntó: “Cómo supieron que yo estaba aquí?”. Y sus rescatadores le contestaron: “Vimos las señales de humo que nos hiciste…”.

En nuestra vida, cuando nos ponemos con fe en las manos de Dios, podemos descubrir que todo lo permite para nuestra salvación.

Es conveniente ponerse los anteojos del Señor para tener su mirada y también su corazón para captar todo desde el amor auténtico.

Nunca nos deja solos y como un padre cariñoso se ocupa de nuestra vida para salvarnos del mal y llevarnos a una vida nueva.

Las personas, acontecimientos, inspiraciones son signos de los tiempos que Él utiliza para rescatarnos y conducirnos a la participación en la comunidad que nos recibe. En ella tenemos que trabajar activamente para ser instrumentos de rescate de otros que se encuentran solos, amargados, sin un sentido en sus vidas. Todos podemos hacer una gauchada a la gente que nos manda señales de distinto tipo, pidiendo ayuda.

También podemos hacer muchas cosas por nuestro planeta, que se encuentra enfermo, no sólo por el calentamiento global, que es un peligro para todos, sino también por el egoísmo de los que lo habitamos.

¡Procuremos estar más atentos a los signos de todos los días!