LO QUE SE ESCUCHA… DEJA HUELLA…

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Todos, cuando nos desarrollamos en el vientre materno, en ese medio acuoso, la voz  de nuestra madre esta de fondo permanente. , y su efecto replica en cada célula, que la reconoce.

Al nacer, se presenta un mundo muy diferente, y la palabra de mamá será seguridad, enlazada a ese bienestar conocido en la gestación.

Pero, ¿los bebes entienden nuestro vocabulario?, lógicamente no el vocabulario, pero sí lo que él trasmite, emociones a través de su semántica.

Por eso la importancia de hablar a un recién nacido y desde allí en todo su desarrollo posterior, lo ayudara a construir su lenguaje oral.

Nuestras palabras en estos primeros meses de vida cumplen muchas más funciones. Las palabras son el vehículo de nuestras emociones. Mientras les hablamos estamos reconociéndolo, lo estamos subjetivando, le estamos dando identidad. .

Con las palabras a nuestros bebés y pequeños les llega el sentimiento que expresamos a través de la entonación que puede comunicar alegría, disgusto, entusiasmo, tristeza, rechazo. Los gestos de nuestra cara a través de los ojos, la boca, hablan por sí solos y además ¡no engañan! . Como también si las mismas las enunciamos  arrodillados a la altura de sus ojos, con miradas cálidas, no producirán similares reacciones que si lo hacemos  de pié y mirándolos hacia abajo, o hablándoles a distancia con gestos bruscos con las manos.

Reafirma esto  una investigación reciente realizada por científicos de Montreal, descubriendo que las primeras palabras dejan una huella en el cerebro para toda la  vida, aunque el idioma se olvide o no se utilice jamás.

Esas primeras palabras,  en el contexto familiar, esa  lengua materna única, va construyendo su mundo personal y al mismo tiempo lo va induciendo como miembro de la sociedad, allí comienza su socialización. De este modo, la adquisición lingüística sólo puede ser pensada en el encuentro con otro, con otro  en el diálogo; que a medida que el niño  evoluciona y se desarrolla,  se constituye en sujeto hablante con lo cual se exprese, piensa y aprende. Toma relevancia en esta construcción el discurso adulto, como fuerte organizador hasta tanto logre su lenguaje interior.

Como la herramienta mediatizadora privilegiada, el lenguaje,  se revelará en el posterior proceso de aprendizaje escolar, será vehiculizador en construir lazos con otros  y así conocer, dar cuenta de sus conocimientos a través del uso de la palabra, apropiándose de nuevos saberes.

Ineludible desconocer en estos tiempos, la condición de sujetos de derecho; ciudadanos pleno que tienen los niños y niñas garantizados en Leyes y Decretos Nacionales e Internacionales,   haciendo impacto en la sociedad, que va dando el verdadero lugar a las infancias,  responsabilizando a quienes tienen su potestad. Y la palabra, el discurso, y el dialogo están allí.

Este lenguaje que enlaza, palabra con palabra,  va armado a cada sujeto humano pequeño, siendo oportunidad o desventaja para cada uno de ellos.

No es siempre lo que decimos agrada, serena, satisface, ofende a nuestros pequeños, sino cómo lo decimos. Tomo aquí para ir cerrando este espacio,  palabras  de Mario Benedetti: “ la palabra es tan libre que da pánico”… y  en palabras de María Elena Walsh: “el amor es el mayor tesoro que se pueda tener sobre la Tierra,  enseña a tu hijo a cuidarlo y alimentarlo cada día, con palabras amorosas… “

Lo que se escucha, deja huella….