«MIRAR LO PROPIO», por GISELA MONTANARI

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SÓLO SE TRATA DE SENTIR

MIRAR LO PROPIO

Te invito a mirarte, a que te encuentres, a que descubras si verdaderamente estas en sintonía con tu esencia, o tal vez… a darte cuenta de que no y aprovechar la oportunidad de hacer algo al respecto. Eso si…siempre que tengas unos minutos para dedicarte.

¿Y que sería mirar lo propio? Primero te voy a contar mi experiencia…y que sucede cuando lo hago.  Cuando miro lo propio estoy en mi lugar, el tiempo me rinde, el conocimiento se asienta y mi servicio se expande.  Llegan las soluciones, aparecen las comprensiones y ante lo nuevo…también puedo tomar decisiones. Cuando miro lo propio, todo lo que emprendo tiene más fuerza y llega más lejos, porque estoy mirando mi destino, mi futuro…y mi deseo. Cuando miro lo propio, a la gente que quiero le brillan los ojos…porque saben que estoy acá…y los puedo mirar. Y cuando eso sucede, mi columna vertebral comienza a alinearse, la planta de mis pies apoya con firmeza y la respiración hace una danza en mi cuerpo como si se estuviese hamacando.  El tono muscular acompaña mi ritmo con certeza de poder sostener, porque si estoy en mí, puedo hacer algo con lo que me toca.

Y entonces…si, por el contrario, no estoy mirando lo propio, ¿dónde estoy? ¿En qué dirección mira mi alma y hacia donde me lleva? ¿Si no resido en mis zapatos…en cuales vivo? ¿estoy mirando por otro u otra? ¿cómo puedo darme cuenta? Cuando ocurre eso, en mi experiencia, me alejo significativamente de mi eje…y comienzo a perder fuerzas. Ya no encuentro brillo en las miradas de los seres queridos. Mi humor cambia, me cuesta mantener la atención, estoy más propensa a las caídas, las puertas se cierran, el trabajo resulta cada vez más pesado y me genera una contracción en el pecho poco agradable.

Si algo de todo esto te ocurre, o manifiestas otro tipo de sensaciones que te confunden o incomodan, tal vez sea porque no estás en tu sitio. Lo más importante es validar esto que te ocurre, sin juicio, para descubrir donde estás realmente.

Te propongo un ejercicio

Busca un lugar en tu casa en donde te encuentres a gusto, donde puedas sentarte apoyando la espalda en el respaldo de una silla y los pies en el piso. Y ahora, de la misma manera que te preparas para ver una serie de Netflix, te invito a poner tu atención a la película de tu vida, como si una cámara te hubiese estado grabando todo el tiempo. Seguramente algunas partes las pasarás más rápido, en otras retrocederás varias veces y quizás también darás una pausa para congelar alguna escena.

En este momento presente, mientras te permitís mirar tu historia… ¿Sentis incomodidad…displacer? ¿En qué parte del relato? ¿esa sensación, a que zona del cuerpo se dirige y como se manifiesta ahora? ¿Cuál es la imagen que llega a vos en este momento? ¿De quién o de qué?  Date la oportunidad de sentir, sin poner resistencia, a todo lo que trae esta experiencia. Tales como aromas, sonidos, emociones, personas, etc. Tomate el tiempo para registrar que más te va sucediendo. Y dando espacio a esa imagen que se presenta, te propongo que pronuncies suavemente estas palabras, sin intentar interpretarlas: “…sigo allí…esperando a que cambie…”. ¿Por qué no hace falta razonar lo que te invito a decir? Porque tu lenguaje corporal va a responder de todas maneras. Porque lo sabe siempre, aunque la mente no entienda de que se trata. Tan simple como dejarse llevar por la receptividad y así escuchar con todos los sentidos disponibles a cada célula que te habita.  Te podrás engañar con un sin fin de afirmaciones bonitas, pero tus órganos nunca mienten.

Puede ocurrir, si esa frase tiene algún sentido para vos, que te encuentres pretendiendo cambiar el destino de alguien, y en el intento ocupes su lugar. Y vos dirás: “…no puede ser, yo quiero vivir mi vida!!!…”. Pero claro, como te dije, la razón desconoce casi siempre lo que el alma a través del cuerpo nos cuenta, porque el alma es atemporal…no tiene tiempo ni edad. Por eso es muy común que alguien quede atrapado o atrapada en el niño o niña que espera lo que no le fue dado y siga buscando y esperando eso en otras personas para que finalmente le confirmen que nada de lo que espera va a llegar. Otro ejemplo es la opinión sobre la vida de los otros. “…Que debe hacer esto o aquello, que está en el camino equivocado, que eso no es bueno para ella, que ese hombre debería cuidarse, que siempre elige mal, bla,bla,bla…” Creer que yo sé lo que es mejor para él o para ella, es evitarme. Es una actitud arrogante que me produce incomodidades, tensiones, dolores, miedo, ansiedad, entre otras. Basta con leer la historia del mundo para mirar cuando daño se hizo y/o se hace… en nombre de la “mejor intención”.

Entonces, retomando la frase que pronunciaste. ¿Qué pasa luego? ¿Qué comprensión trae? ¿Como se siente el apoyo de los pies en el piso? ¿Qué pasa después de darse cuenta? ¿qué sucede con la respiración ahora? ¿y esa molestia? Aprendí, desde las constelaciones familiares, a no forzar el camino a la solución, porque el mayor desafío y el paso más importante es aceptar lo que veo en mí…aunque no me guste. Y dejar que eso emprenda el viaje a la conciencia…muy despacio…sin intención y sin juzgar. Sólo así se puede transformar algo en mí…y poder definitivamente desde la madurez, dejar con el otro lo que es del otro, su destino. Y así, tomar las riendas para ocuparme de lo propio. Porque nadie puede con lo que no le corresponde, ni tiene fuerzas para avanzar en zapatos ajenos.  Si te estás dando cuenta de que permaneces en el pasado, también te estás brindando la oportunidad de asentir a él y de renunciar a cambiarlo, ya que cualquier intención de ayuda hacia atrás es tiempo de vida que se va, y tiempo de vida que no estás acá.

Gran parte de nuestros síntomas físicos, psíquicos y sociales son desencadenados por vivir fuera de nuestros entramados.  ¿El camino de quien estas transitando? Tal vez esa pregunta te retorne a tu zona…justo allí…donde perteneces. A tu único origen posible, al que te recuerda que seguís siendo hijo o hija…por siempre. Es en el único lugar donde poder crecer…porque te sabes más pequeño o pequeña que alguien. Es restablecer el orden, ese que te vuelve más humilde…para que te impregnes de la evidencia de estar MIRANDO LO PROPIO.

Te invito a que lo sientas….

Por GISELA MONTANARI –  Licenciada en Terapia Ocupacional / Facilitadora en Constelaciones Familiares – Avalada por (C.L.C.F.) / Nivel Intermedio Somátic Experincig Trauma Institute (SETI)