“Yo soy el responsable del resultado. El candidato fui yo”.
La frase resonó en el anochecer del domingo 22 de octubre ante los micrófonos de la radio, pronunciada por Mauricio Plancich, cuando los números le dejaban el puesto menos pensado: tercero en la general, lo que sin embargo le aseguraba acceder a un nuevo mandato dentro del Concejo Municipal de Casilda. Conocedor de las reglas del juego, consecuente con su responsabilidad, y echando mano al manual del político, lanzó la sentencia con las urnas ya contabilizadas.
Sin embargo, la frase tiene una historia previa. No sólo la historia inmediata de esa jornada de elecciones que llegaba a su fin luego del escrutinio, sino toda la previa que comenzara en el mismo instante en que terminaron las P.A.S.O. del 13 de agosto.
Luego de aquellas primarias que definieron las listas que participarían en la generales, todo daba a suponer que de las tres bancas a renovarse en el Concejo (las de Plancich, Golosetti y Casati), los dos concejales en ejercicio (Plancich y Golosetti) las conservarían siendo reelectos, y que resultaba dificultoso suponer que alguno de los dos pudiera llevar a sus segundos al Concejo (Rodriguez y Zarantonello, respectivamente). Y que por lo tanto, la buscada tercera banca estaría en una disputa entre Yualé y Manuela Bonis.
Si bien estaba entre los resultados muy posibles que las tres bancas en disputa recayeran por la elección popular en Golosetti, Plancich y Yualé, tal como ocurrió, lo que resultó sorpresivo fue el orden en la cantidad de votos obtenidos por cada uno, que arrojaron como resultado final a Golosetti (Frente Justicialista) primero, a Yualé (Cambiemos) segundo, y recién en tercer lugar a Plancich, el candidato oficialista del Frente Progresista.
Sorpresa casi generalizada, aunque el jueves 19 circuló una encuesta de última hora que daba los resultados que en definitiva se dieron, y que los medios no hicieron pública, por prudencia, por no saber su origen, y por lo sospechosas que se han vuelto todas las encuestas.
Pero apenas escrutadas las primeras mesas, la tendencia apareció y se fue afirmando hasta el final del recuento de votos. En ese orden. Y teniendo por momentos en un cabeza a cabeza a Golosetti, pero ya no con Plancich, sino con Yualé.
Finalizado el escrutinio, los números ratificaron definitivamente la tendencia:
Andrés Golosetti, Frente Justicialista, 5.873 votos, que representan 27,78 %.
Alberto Yualé, Cambiemos, 5.508 votos, 26,05 %.
Mauricio Plancich, Frente Progresista Cívico y Social, 4.586 votos, 21,69 %.
Manuela Bonis, Fuerza Popular Casildense, 3.933 votos, 18,60 %.
Ariel Pizzicotti, Frente para el Cambio, 761 votos, 3,60 %.
Hubo 483 votos en blanco, y 1.303 votos anulados.
El triunfo de Golosetti era previsible, teniendo en cuenta el resultado de las P.A.S.O. El Justicialismo tuvo la inteligencia pensando en este año electoral, pese a marcadas diferencias entre sus candidatos, de ir a una gran interna, con listas encabezadas por el ahora ganador de las generales en una, y en otras tres encabezadas por Betina Miori, Luis Bracaccini y Franca Bonifazzi. Pasadas que fueron las internas, fueron juntos por las generales, y de esa manera apuntalaron a Golosetti, aunque a nivel partido obtuvieron unos 1.400 votos menos que en agosto (¿se fueron con Manuela Bonis? ¿O se fueron con Yualé?).
De todos modos, Golosetti obtuvo a nivel personal unos 2.150 votos más que en las P.A.S.O. La explicación de su victoria puede basarse, además del acompañamiento de sus compañeros de su partido tal lo citado más arriba, en algunos puntos centrales: tiene carisma personal y oficio de político, ha sido funcionario dentro de un Ejecutivo, lleva ya un mandato como concejal, está dentro de una estructura partidaria -nada menos que el Justicialismo- que lo acompañó, llevaba en su lista dos nombres fuertes como los de Zarantonello y Miori, y contó con el respaldo del Senador Rosconi.
Alberto Yualé, convertido en la gran sorpresa de esta elección, incrementó en 2.500 votos su performance de las internas. Basó su campaña en un boca a boca, sin presencia en los medios, ni cartelería, ni afiches. Mostró un perfil de candidato “distinto”. Tuvo a su lado un equipo que trabajó con bajo perfil y con tenacidad. Y, es cierto, se vio favorecido por la llamada “ola amarilla” que pintó más de medio país el domingo 22. Si bien en localidades como las nuestras lo nacional no influye tanto como lo doméstico, evidentemente lo ayudó.
La diferencia entre Golosetti y Yualé fue finalmente de 365 votos.
Volviendo al autor de la frase del comienzo, Mauricio Plancich, incrementó en alrededor de 920 votos los que obtuvo en agosto. El Frente Progresista obtuvo unos 370 votos menos que en las P.A.S.O. (¿Se fueron con Manuela? ¿O se fueron con Yualé?) No logró Mauricio obtener la cantidad necesaria para superar a Golosetti, tal la apuesta de máxima trazada. Pero no sólo eso: además de quedar a 1.300 votos de éste, quedó a 900 del candidato de Cambiemos.
Evidentemente, lo complicó a Plancich que estas elecciones de medio término son de alguna manera, además de elegir concejales, una forma de plebiscitar la gestión municipal. Y leído en esos términos, no le ha ido bien a la gestión Sarasola en esta elección. No es culpa del candidato, un militante de mucho tiempo, pese a ser muy joven. Alguien que mantuvo cuanta batalla debiera dar, incluso elecciones a Intendente que de antemano se preanunciaban perdidas. Igual fue a dar pelea. Como fue en cada elección a concejal, obteniendo varias renovaciones de mandato. Esta vez queda en un lugar inédito para un candidato oficialista: tercero, y demasiado lejos del primero y del segundo.
Si bien esa larga permanencia dentro de Concejo pudo jugarle en contra en algún aspecto, evidentemente a quien no respaldó la ciudadanía fue a la gestión municipal. Un dato es elocuente: el 80 % de la gente votó en contra del oficialismo. Deberá el Intendente y su gente formular un profundo acto de reflexión para intentar dilucidar dónde están fallando. No puede hablarse de una mala gestión, porque no lo es. Pero dista de ser lo que la población esperaba. Ojalá encuentren los motivos, que quizá se refieran a una mayor cercanía con la gente, en aspectos más pragmáticos que teóricos. Ojalá, porque los Casildenses necesitamos de un Gobierno Municipal fuerte y no debilitado, al que le quedan más de dos años de mandato.
Manuela Bonis quedó cuarta, en una muy buena elección, con casi 4.000 votos, unos 1.560 más que en las primarias. Fue su primera experiencia electoral, y acompañada por un equipo que desde lo social viene realizando concreciones recurrentes en Casilda, obtuvo esta importante cantidad de votos que le permiten pensar a futuro. Se la vio sorprendida en algún momento del domingo por la tarde, cuando llegó en un momento a estar a unos 130 votos de Plancich, sosteniendo que la pelea que pensaba tener con Yualé la estaba manteniendo con el candidato oficialista. Finalmente la diferencia a favor del radical con respecto a la única candidata mujer fue de 650 votos.
Lejos quedó Ariel Pizzicotti, que obtuvo unos 235 votos más que en agosto.
Y los votos blancos y anulados fueron la mitad de los contabilizados en las Primarias (¿Se fueron con Bonis? ¿O se fueron con Yualé?)
Cabe recordar, ya que de cuentas hablamos, que en las primarias participaron dos candidatos que no lograron el mínimo requerido para competir en las generales: Juan Carlos Belletti y Norberto Lima. Entre ambos sumaron algo así como 700 votos, para los que cabe también la pregunta acerca de su destino el domingo pasado.
De esta manera, el nuevo Concejo Municipal que asumirá el próximo 10 de diciembre quedará conformado de la siguiente manera: Por el Frente Progresista Cívico y Social, que pierde un concejal, Plancich, Zanetti y Racca. Por el Partido Justicialista, que mantiene su conformación, Golosetti, Pierucci y Sanitá. Y se agrega por Cambiemos, Alberto Yualé. Pierde el oficialismo la mayoría, y el nuevo concejal se convertirá en pieza de definiciones.
Queda felicitar a todos los que participaron, el sólo hecho de hacerlo amerita esta valoración. Felicitar a los concejales electos, deseándoles éxito en sus gestiones. Y esperar que todos, los que ganaron y los que no, sepan interpretar el mensaje de las urnas.
La gente ha hablado. Y es obligación y responsabilidad de los políticos saberla escuchar.
Por GUILLERMO MONCLÚS