«VISCERAL MENTE», por AMPARO LECCESE

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Él no llegaba a entender las huellas que ella dejaba. No la pudo aprender nunca….

Él no pertenecía a la especie de hombres que saben de mujeres así… él no tenía el

ímpetu de su mirada…

Ella estaba hecha de sueños y poesías y él nunca supo como amarla, cómo llenarla de palabras bonitas que le inundaran el cuerpo, hasta saciarle el deseo y el fuego, que la consumían sintiéndolo cerca.

El no alcanzaba a ver, ni las estrellas de su mente, ni los pájaros que le volaban en el alma.

Ella tenía alas y él estaba atado al suelo.

Ella era de árboles y él tenía hachas en sus manos.

Él nunca entendió que su vuelo era perfecto y que flotaba de tanto amor que le brotaba del pecho.

Nunca supo que en cada abrazo, le regalaba el infinito y que sus labios lo besaban, marcándole la piel, para quedarse amarrados a sus recuerdos.

Él no entendió que la perdía entre el abismo de sus soledades y le soltó la cuerda que la sujetaba a sus locuras.

Él no podía quedarse en la estela de su perfume, por andar embriagándose con otras copas, por andar dejándola que se vaya sola… de a poquito y sin pena.

Ella todo lo perfumaba, como las flores en primavera, pero él no supo cómo cuidarla y se fue marchitando entre las hojas mustias de sus otoños de desamor y abandono.

Ella era de la brisa tempranera, que se la fue llevando lejos, para soplarla en las montañas y devolverla a su naturaleza… más impura, menos inocente, pero con la cara al sol y la sonrisa al viento, a pesar de las heridas.

Entonces, ella toda de cielo, se convirtió en nubes que llovieron sus desvelos y él carente de valor, se quedó vacío de todo su universo, al comprender que era ella su hembra y a él le faltó tanta hombría, que no pudo conservarla en su mundo, por estar rodeado de hipócritas y aduladores, que lo dejaron desnudo y sin nada, al costado del camino.

Ella era su hembra, pero se fue desvaneciendo en la nostalgia, hasta convertirse en un eco que resuena en la distancia, de algún recuerdo triste, muriendo en el pasado.

 

Por AMPARO LECCESE.