11 DE DICIEMBRE

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11 DE DICIEMBRE, «DÍA NACIONAL DEL TANGO»

Por Decreto N° 5830/77 de la Municipalidad de Buenos Aires, de fecha 29 de noviembre de 1977, se instituyó el 11 de diciembre de cada año como “Día del Tango”. Es así en conmemoración del nacimiento de Carlos Gardel, “La Voz”, ocurrido en el año 1890 y de Julio De Caro, “La Música”, el mismo día pero en 1899.

Ese año se celebró el primer Día del Tango con un festival en el Luna Park y Julio De Caro escuchó con emoción el aplauso de los concurrentes que le entonaban el feliz cumpleaños.
Ese mismo año, por gestión del Secretario de Cultura de la Nación, se realizó una fiesta tanguera en el Teatro Nacional Cervantes, el 23 de diciembre, donde actuaron orquestas, intérpretes y cantantes y se dio a conocer el Decreto N° 3781/77 del Poder Ejecutivo Nacional estableciendo esa fecha como el Día Nacional del Tango.

Historia del Tango:

Siempre se quiso llegar al origen del tango, pero es una historia muy difícil de reconstruir. Probablemente no hay ninguna danza sobre la cual se ha escrito tanto como sobre el tango, un baile que surgió de la mezcla de culturas y de razas en la República Argentina.

En realidad el tango es la fusión de la música de los porteños, o sea de los que habitaban la ciudad de Buenos Aires, con el aporte que hicieron los inmigrantes. Hasta el año 1860 los habitantes blancos de esta ciudad bailaban habaneras, polkas, mazurcas y algún que otro vals; mientras que los negros, que eran un 25% de la población de Buenos Aires, bailaban el fandango y el candombe. Eran danzas donde el hombre y la mujer bailaban sueltos.

Ya en 1887, los inmigrantes eran más de la mitad de la población de Buenos Aires. Uno de los mayores problemas que hubo en ese entonces era la vivienda, fue cuando surgieron los “conventillos” o casas de inquilinato.

El tango se nutrió del candombe y de la habanera cubana y tuvo su cuna en los burdeles y en el patio de los conventillos. En sus orígenes el tango era sólo instrumental, pero luego se incorporó la danza que según se sabe era bailada entre los hombres que esperaban su turno en los prostíbulos. La mujer se incorpora más tarde introduciendo la sensualidad en el baile. Los cuerpos juntos de las parejas que bailaban tango no eran bien vistos por la sociedad porteña y tampoco lo aceptaba la iglesia de la época.

El tango era un baile de mal gusto y prohibido, a tal punto que los primeros bailarines de tango en cierta ocasión, fueron detenidos por la policía por estar bailando música prohibida en la calle. Esta situación obligó a bailarlo en lugares ocultos hasta haber comenzado el siglo XX. (Se dice que José Ovidio Bianquet (1885-1942), «el Cachafaz», fue el mejor bailarín de tango de todas las épocas. Tuvo un gran reconocimiento internacional llegando a presentarse en New York y París.

En sus comienzos, el tango fue interpretado por grupos que contaban sólo con violín, flauta y guitarra y algunas veces con el acompañamiento de un peine al que convertían en instrumento de viento con un papel que alguien soplaba marcando el ritmo. El bandoneón se incorpora aproximadamente el 1900, reemplazando a la flauta.

Las orquestas porteñas empezaron a viajar en la segunda década del siglo XX y el tango empezó a conquistar al público europeo, a tal punto que, mientras en Buenos Aires no se lo aceptaba, triunfaba en París. El tango regresa con éxito al país y se convierte en la música que hizo conocer a la Argentina en todo el mundo.

Junto con el tango surge el cine nacional. Casi todas las películas se basaban en el tango.

La primera fue “Tango Argentino”, filmada en el año 1897 y que tuvo tanto éxito que fue llevada a Europa. En 1915 se filma “Nobleza gaucha” que trataba de parejas bailando tango en Armenonville. También se llamó “Tango” la primera película sonora del cine argentino que era de 1933. Participaron en ella figuras del tango, tales como Tita Merello, el Cachafaz, Mercedes Simone y Libertad Lamarque, entre otros. A su vez, en Estados Unidos, Carlos Gardel filmó varias películas: “Melodía de Arrabal”, “El Tango en Broadway” y “Luces de Buenos Aires”.

 

11 DE DICIEMBRE, «DÍA INTERNACIONAL DE LAS MONTAÑAS»
Proclamado por la ONU desde 2003, el 11 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Montañas, un ecosistema frágil que hay que proteger y que tiene cabida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, más concretamente en el Objetivo Número 15.
Tenemos muchas razones para decir que las montañas son importantes, pero algunas de las más llamativas son estas:

  • Las montañas cubren el 22 por ciento de la superficie de La Tierra.
  • En las montañas habita el 15 por ciento de la población del planeta, casi mil millones de personas.
  • Más de la mitad de la población mundial depende de las montañas para abastecerse de agua, alimentos y energía.
  • Las montañas aportan entre el 60 y el 80 por ciento del agua dulce del planeta.
  • Muchas comunidades que viven en regiones altas dependen de las montañas, pero también dependen de ellas pueblos que viven en las zonas bajas.
  • Las montañas juegan un papel fundamental en la generación de energías renovables, especialmente, la energía hidráulica, solar, eólica y el biogás.

Pero por desgracia, las montañas están en peligro debido al cambio climático, la degradación de los suelos y la sobreexplotación de los recursos.

Por todo eso, y por otros muchos motivos, la Asamblea General de la ONU proclamó 2002 como Año Internacional de las Montañas, y el 11 de diciembre como Día Internacional de las Montañas.

Antes de eso, en 1992, Naciones Unidas aprobó un plan de acción llamado Programa 21 donde se incluyó un apartado sobre la «Ordenación de los Sistemas Frágiles: Desarrollo Sostenible de las Zonas de Montaña«.

 

11 DE DICIEMBRE, «DÍA DE LA MASONERÍA EN ARGENTINA»

El ya fallecido historiador Emilio Corbière, en su libro La masonería política y sociedades secretas, editado por Sudamericana, nos revela, con un muy completo trabajo historiográfico, el origen y la fundación de la que hoy se conoce como Gran Logia de la Argentina. Una institución que ha sido siempre protagonista del devenir histórico de nuestro país, porque, como escuela de vida, pretende tan sólo estimular el perfeccionamiento de todo hombre que quiera pertenecer, para ser capaces de colaborar en la construcción de una sociedad más justa, libre e igualitaria. Siempre desde el humilde lugar que le toque participar, sea en un taller, una escuela, un estudio o un estrado.

La masonería argentina, como se la conoce ahora, tuvo como partida de nacimiento la constitución de la Gran Logia, el 11 de diciembre de 1857. Esta constitución produjo un complicado trámite a raíz del virtual enfrentamiento entre Miguel Valencia (1799-1870), que provenía de una familia unitaria que había retornado del Brasil luego de un extenso exilio y José Roque Pérez (1815-1871), un federal que había sido funcionario diplomático durante el Gobierno de Juan Manuel de Rosas.

Desde luego que no fueron los ingleses los que reconocieron a los masones argentinos. Valencia tenía poderes conferidos por la masonería brasileña, ajena a la tradición argentina, y Pérez, relaciones estrechas con la Gran Logia de Montevideo, que era el centro masónico fundamental en el Río de la Plata.

Miguel Valencia era, como Pérez, un jurisconsulto. En 1832 había sido redactor de El Telégrafo del Comercio, pero al poco tiempo tuvo que abandonar Buenos Aires por la persecución rosista y se trasladó al Brasil, donde dictó varias cátedras de derecho en la Universidad de Río de Janeiro y colaboró en el periodismo.

Después de Caseros, Valencia fue miembro de la judicatura, dictó cátedra en la Facultad de Derecho porteña y, a partir de 1853, formó parte del Senado bonaerense en la fracción antiurquicista. Era un orador fogoso y su actividad política fue favorable al partido porteño.

Al retornar a Buenos Aires, mantuvo diferencias con José Roque Pérez, y se apresuró a crear, a principios de 1857, el denominado Gran Oriente de la Confederación Argentina, pero su esfuerzo fue efímero y poco aglutinante. José Roque Pérez y la amplia mayoría de los masones de la época no querían una masonería unitaria, sino que pretendían otra que impulsara la unidad nacional.

En pocos meses, Pérez recorrió las tres logias que reconocían el liderazgo de Valencia y lo dejó sin base de sustentación. Con las que le respondían y con aquellas que se habían agrupado junto al doctor Valencia, José Roque Pérez fundó la actual Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.

La constitución de la Gran Logia dio organicidad a las logias, unió a las que actuaban en Buenos Aires y luego a estas con las del interior del país. Aquel 11 de diciembre de 1857 realizaron el pacto de unión las logias Unión del Plata, Confraternidad Argentina, Consuelo del Infortunio, Tolerancia, Regeneración, Lealtad y Constancia. Eligieron como gran maestre al doctor José Roque Pérez. Jurista notable, diplomático, filántropo y humanista, Pérez, junto a otros cofrades, en su mayoría médicos —como el doctor Manuel Gregorio Argerich—, murieron socorriendo a los enfermos durante la epidemia de fiebre amarilla.

El pintor uruguayo Juan Manuel Blanes (1830-1901) inmortalizó a los mártires masónicos en su cuadro La fiebre amarilla, donde están representados José Roque Pérez y Argerich, junto a un adolescente, trasponiendo el portal de una casa y aparecen una mujer, en el suelo, muerta, y su bebé gateando en busca de socorro.

UN DÍA COMO HOY:

1810 – Nace Louis Charles Alfred de Musset, poeta romántico francés.

1843 – Nace Robert Koch, científico alemán galardonado con el premio Nobel de fisiología y medicina.

1849 – Nace Ellen Key, feminista, pedagoga y escritora sueca.

1857 – Se funda en nuestro país  la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.

1890 – Nace Carlos Gardel, uno de los máximos referentes del tango a nivel mundial.

1899 – Nace Julio de Caro, director de orquesta y compositor de tangos.

1937 – Italia se retira de la Liga de las Naciones.

1941 – Alemania e Italia declaran la guerra a Estados Unidos.

1946 – Se crea el UNICEF.

1994 – Clausura de la Cumbre de las Américas en Miami.

1997 – Entra en vigencia el protocolo de Kioto, un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global.