«ATESORAR UNA FOTOGRAFÍA», por SILVIA TASSI

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ATESORAR UNA FOTOGRAFÍA

Un nacimiento, un recién nacido,  hecho maravilloso sin precedente. Un registro de este acontecimiento es la fotografía. Algunos niños ya desde el seno materno tienen su imagen, siendo la fotografía del recién llegado ese registro testimonial que evoca sentimientos, épocas, jerarquías. Por supuesto que también depende de las clases sociales, costumbres, y al menos un sector de niños del mundo carece del mismo, y eso ya es una marca.

Si bien con el paso del tiempo y a partir del Siglo XX se democratizo el poder tener una cámara o contratar un profesional, llegando hoy a las redes sociales,  donde los recién llegados son bienvenidos; las infancias no son recibidas  de igual manera en el seno familiar. Mientras familias proyectan en sus hijos sueños futuros, queridos y amados;  hay otros muchos,  rodeados de castigos, abandono, de fatalidad. Cuando vemos las imágenes de guerra, una niña con su muñeca rota o un niño corriendo tras su padre, nos quedamos sin  palabras.  Expresiones estas  que se fueron modificando a lo largo del tiempo pero permanecen en la actualidad, también registradas en alguna fotografía.

En tal sentido, familias e infancias, no se pueden pensar separadas, se presentan en multiplicidad de modos, pero se constituyen más allá de la manera que evoquen.  Allí en el seno familiar está la tarea de la crianza, cuidados, aprendizajes. Dichas responsabilidades  se realizan a lo largo del tiempo y van construyendo a las infancias. A estas tareas familiares, se las complementan con la participación en instituciones donde acuden los niños recibiendo educación, valores, su cultura.

Entonces mirar en la fotografía familiar,  sus infancias no siempre es fácil, especialmente si nos remontamos a las infancias de la época colonial, de los pueblos primitivos, si pensamos en niños y niñas que migran, no importa de donde son ni adonde van, es que ellos vivieron y viven  historias de desarraigos, necesitando  compaginar una nueva vida.

Es a través de una fotografía donde emerge una forma de ver por la sociedad y muchas veces por la mirada de los fotógrafos. Esas imágenes fueron importantes para los antropólogos que investigaban sobre vestimenta, costumbres, espacios, creencias. Postales, álbumes, constituyen los soportes materiales de las múltiples representaciones de los más pequeños que conocemos.

También sabemos que muchas de esas fotografías eran posadas y no naturales para crear la imagen buscada. Grandes fotógrafos como Grete Stern, Lorenzo Kelly entre otros, reconstruyeron y construyeron en distintos momentos históricos, escenas de la vida cotidiana a través de imágenes  a sus espectadores.

Aunado a esto, los niños del siglo pasado se mostraban con valores muy diferentes que chocan con los actuales Obedecían a los valores culturales que hoy nos facilitan comprender el significado de los cambios que se han producido respondiendo a la evolución de la sociedad.

Hemos avanzado, el niño de hoy forma parte de un universo
propio y autónomo respecto al de los adultos, donde han logrado derechos, si bien todavía muchos de ellos no pueden disfrutarlos.

¿Por qué cuidar recuerdos de las infancias a través de fotografías?

Posiblemente pueden ayudar a organizar la memoria y los recuerdos, que con el correr de los años ese niño convertido en adulto, quiera saber de su infancia para revivirla, mostrarlas o simplemente mirarlas.

Y dentro de ese marco, los recuerdos personales definen, dan identidad que  junto a una anécdota narrada por padres, abuelos, pueden facilitar un sentido de pertenencia con las raíces.

Las mismas logran recordar quienes estuvieron en esos momentos de la vida. Inclusive algún recuerdo tiene el poder de cambiar el estado de ánimo.

En líneas generales ver a niños en fotos antiguas nos muestra las similitudes y diferencias entre su tiempo y el nuestro. Seguramente hay parecidos y un común denominador: los niños y las niñas de todos los tiempos y épocas tienen al juego como modo  de conocer el mundo que lo rodea,  la alegría como estado casi permanente, la inocencia, la ilusión, la imaginación, la bondad , su limpia y maravillosa manera de ver las cosas. En esta esta etapa de la vida, no realizan diferenciación de raza, estrato social, credo, género, ni otras intolerancias que los adultos todavía debemos seguir aprendiendo de ellos.

Y en última instancia guardar una fotografía de las infancias  tiene conexión con lo emocional, siendo esa imagen portadora de sensaciones, comunicadora de identidades suspendidas en un tiempo y en espacio, atrapada en un instante.

Atesora las tuyas….

 

Por SILVIA TASSI – Docente de Nivel Inicial