DOLORES CRÓNICOS: NUEVO ENFOQUE, NUEVAS PERSPECTIVAS

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El dolor crónico es el malestar que probablemente motiva la mayor cantidad de consultas a los profesionales de las distintas especialidades del sistema de atención a la salud.  El dolor es básicamente una experiencia sensitiva acompañada  de estados emocionales psicológicamente amenazadores. El dolor es una fuerza de influencia negativa y desalentadora en muchos casos haciendo difícil la experiencia diaria y vital de las personas. Es una vivencia sensorial compleja, compuesta de dolor recordado, de la experiencia actual del dolor y de la anticipación del dolor futuro. Por lo tanto, el dolor inmediato es aumentado por el dolor pasado y exagerado por futuras posibilidades de sufrirlo. Nada intensifica más el dolor que darnos cuenta de que mañana también lo sufriremos. El dolor puede ser emocionalmente irritante, problemático, incapacitante, amenazador, rebelde, vitalmente peligroso o puede atraer la atención total del que lo sufre al punto de aislarlo, recluirlo e incluso incapacitarlo para desarrollar una vida social normal. Pero, existe por debajo otra realidad: en muchos casos el dolor se tornó crónico porque quedó capturado en el área de la memoria somática del sistema nervioso central como si fuera una isla, hizo hábito y vuelve repetidamente. Debemos incluir otros malestares corporales, entre ellos la Fibromialgia, también diagnosticada “cansancio crónico”. El caso de de un paciente que soportaba una tenaz lumbalgia desde hace años, ilustra y confirma esta idea; este hombre, en la despedida del alta, recordó mi pregunta de la consulta inicial: “¿quién será usted sin ese dolor de cintura?”,  a continuación  me dijo: “Hace tanto tiempo que lo tenía que parecía formar parte de mi personalidad”. Otra paciente, después de comprobar la desaparición de su cefalea crónica, me comentó con sorprendente sagacidad: “Ese malestar ya no lo necesito”.  Para mí, la relación clínica esencial es estar verdaderamente interesado y sensibilizado con el sufrimiento del paciente.

En el año 2012, en el Instituto Neurológico de Buenos Aires, el Dr. Joaquín Andrade, master en psico-neuro-inmuno-endocrinología de la Universidad Favaloro, dirigió y supervisó una práctica clínica con un numeroso grupo voluntario de personas que sufrían diversos dolores y malestares crónicos. El objetivo fue comprobar un método de origen canadiense sin uso de fármacos creado a partir de descubrimientos realizados en el área de las neurociencias. Los resultados confirmaron la eficacia del mismo: Excelente, 78% del total de los tratados; bueno: 9%, regular: 8%, sin respuesta: 5%. Se hizo un seguimiento evaluativo hasta 30 días después confirmando esos resultados satisfactorios. Cabe agregar, que no hubo ningún efecto adverso durante el tratamiento ni posteriormente al mismo.

El cerebro está constituido de tejido vivo; si se lo estimula adecuadamente produce nuevas vías neuronales creando analgesia natural. Los nuevos métodos clínicos de  integración cerebral hacen posible tal resultado. Esto se confirma en la práctica clínica al estimular las vías, circuitos y centros cerebrales involucrados generando tres efectos benéficos simultáneos: a) reducción de la hiperactividad emocional provocada por el sufrimiento; b) rápida baja de la ansiedad generada por la idea anticipatoria del dolor futuro; c) activación del estado de desensibilización general del malestar. Los benéficos resultados del método de analgesia natural, han sido constatados en las respuestas satisfactorias de las personas tratadas sobre la base de evidencias clínicas comprobadas.

 

 

 

Por RAÚL LEANI