Hace más de dos años. El vecino de Barrio Nueva Roma se acercaba a la radio presa de un visible temor. Pidió reserva de identidad, y casi como una catarsis, pero también como un reclamo y un pedido: “Tenemos miedo, todas las noches se oyen disparos, disparos de arma de fuego… Nos metemos en las casas, nadie nos protege…”
El tiempo pasó, pero no sólo que la situación no se atemperó, sino que fue creciendo hasta límites inimaginables para una localidad como la nuestra. Los testimonios se fueron reiterando, ya de una forma generalizada. Disparos en la noche, y aún en los atardeceres y hasta a plena luz del día.
Una primera explicación sonó extraña. Se adjudicó el origen de las detonaciones a prácticas llevadas a cabo por integrantes de una institución relacionada con el tiro como deporte, específicamente el Tiro Federal Casilda. La misma fue rápidamente desestimada: autoridades de esa institución manifestaron que desde que se quedaron sin predio (el que ocupaban en Ruta 33 y Boulevard 9 de Julio, perteneciente a la UNR, quien ahora lo ocupa), no realizan más prácticas de tiro en nuestra Ciudad, en ningún sitio y en ningún horario.
Fue entonces que la cuestión pasó como posibilidad a estar en el marco del Club de Cazadores Casildenses, que poseen un predio en el camino a Cañada de Gómez, a unas dos cuadras de Boulevard Villada. También fue desestimado: quienes pertenecen a esa institución, realizan disparos de práctica con escopeta sólo los días jueves, un par de horas por los anocheceres. Teniendo en cuenta que los disparos provenientes de escopetas son fácilmente identificables como diferentes a los de otros tipos de armas, y que los vecinos escuchan los disparos todos los días de la semana, evidentemente el origen de la situación es otro.
Los vecinos manifiestan con honda preocupación que los disparos se oyen como ráfagas. Una mujer del barrio contó que una tarde, alrededor de las 15, vio con sus propios ojos como una discusión a golpes de puño terminó cuando uno de los dos contrincantes desapareció por unos minutos, y volvió empuñando un arma de fuego, con la que disparó hiriendo en un brazo al hombre con quien discutía unos momentos antes. Hubo intervención policial, vallado de la escena, y atención médica al herido.
Más allá de ese hecho puntual, que como veremos se repiten con preocupante frecuencia en los últimos tiempos, la situación general provoca un lógica angustia en la gente: esas ráfagas de las que cuentan, esos disparos que se escuchan cada día, especialmente cuando va anocheciendo, obliga a encerrarse, y a prestar especial atención a los niños, potencialmente expuestos a una bala perdida.
Un especial episodio ocurrió en una madrugada del mes de enero de este año. Una jovencita de 15 años fue baleada a quemarropa por un individuo que le disparó con una escopeta, mientras la adolescente caminaba acompañada por un joven por calle Pasco al 4100, a escasa media cuadra de la base de la Policía Comunitaria. El disparo provocó que los vecinos salieran a la calle, encontrándose con el cuadro de la jovencita tendida sobre un charco de sangre, proveniente de la herida en una de sus piernas. En ese momento también se repitieron las quejas de vecinos acerca de la asiduidad con que escuchan disparos de armas de fuego en su barrio.
¿De dónde provienen los disparos? ¿Qué situación los origina? La mayoría de las versiones se dirigen a sostener que se trata de bandas que se entrelazan en ajustes de cuentas y que provocan asaltos, especialmente cuando el sol cae. De todos modos, no existen versiones oficiales al respecto.
Otro hecho que conmocionó a la población ocurrió hace poco más de dos meses atrás. Esta vez el escenario fue Barrio Granaderos a Caballo, específicamente la esquina de Rioja y Lavalle. Allí existe un pequeño potrero, y siendo las 10 de la mañana de un día domingo (lo que fácilmente infiere gran movimiento de personas, inclusive niños, en ese lugar y en ese momento, un hombre resultó herido por un disparo de arma de fuego que le atravesó una pierna. Los vecinos manifestaron ver cómo otro hombre empuñaba un arma con total tranquilidad. El herido fue atendido en el Hospital local.
Finalmente, hace apenas unos días, el sábado pasado, fue Barrio Yapeyú el sector de la Ciudad que se conmovió por un suceso donde las armas volvieron a estar presentes. En calle España al 600, desde un auto dispararon a un joven. Los vecinos se manifestaron profundamente preocupados y atemorizados luego del episodio, mostrándose vulnerables por lo que expresan poco patrullaje policial a la hora de prevenir. El autor de los disparos fue detenido, y luego de la audiencia imputativa del pasado lunes, se le ha dictado prisión preventiva por 60 días. El herido fue internado en el Hospital “San Carlos”, presentando 3 heridas de bala, siendo la más severa la recibida en la zona del abdomen.
A los consabidos y repetidos hechos de inseguridad, se agrega desde un tiempo este fenómeno tan alejado a la idiosincrasia de nuestra Ciudad, y que ahora se ha vuelto casi normal. Las causas han de ser variadas. El mercado ilegal de armas (resulta llamativo observar en páginas de Internet cómo se ofrecen al mejor postor armas de fuego) debiera ser erradicado. Y la observación, prevención y vigilancia a cerca de este fenómeno, ineludible. No es necesario agregar demasiados argumentos al momento de entender completamente la preocupación y temor de la población, cuando oye disparos, debe encerrarse, debe salvaguardar a sus niños o ha de presenciar sucesos como los enunciados, que ya no ocurren en un solo sector de la Ciudad sino que se han ampliado a todos los sectores de la misma.
Es momento de actuar. Antes que un hecho extremo, que no parece ser tan lejano, desgarre las vestiduras de quienes deben hacerlo sin más demora.
Por GUILLERMO MONCLÚS