«RINCÓN LITERARIO» – BRUNO THEILIG

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CONFERENCIA SOBRE LA LITERATURA SENTADO EN LA CAMA

Viernes, 5 de octubre

Gracias a todos por asistir en esta fría noche, veo que el clima nos está jugando una mala pasada y somos pocos hoy en la sala. Quizás lo mejor es que nos amontonemos en una orilla así nos burlamos un poco de la baja temperatura.

Antes de que pasen por mi ronda de medicamentos, quisiera hablarles de algo que, pera mí, es una de las pocas cosas que todavía conservo desde niño y trato, a medida de lo que puedo, de mantenerla en un lugar elevado. Hor hablaré de Literatura señores.

Muchas veces me he preguntado cómo comenzar a narrar una historia, sin caer en algunos espacios comunes. Sin nombrar las veces que he sentido que estaba acabado y que no tenía nada que escribir.

Bueno, en ese plano, no tengo una explicación lógica que darles, digamos que, en el momento indicado, (que nunca sé cuál es y siempre va cambiando) una especia de dios o de demonio (viendo mis textos me convenzo más del segundo que del primero) se apodera de mi mano y comienza a escribir, muchas veces, sin mediar palabra, escribo uno o dos relatos de una sola sentada. Otras veces necesito un poco de aire y me voy a la cantina para empaparme de la inspiración.

Es verdad que bastaría solo con que yo escribiera una novela con la historia de mi vida, para que me premien y me condecoren. Los desaciertos cotidianos, me hicieron conocer de manera temprana a la muerte (además de todo lo que ustedes saben) y eso me ayuda a escribir. Pero también, escribir me ayuda a sobrellevar todo ello. Así que podemos decir que mis acciones y mis desdichas viven de manera recíproca.

Muchas veces me he preguntado ¿para qué escribo? y la respuesta nunca es precisa.

A veces pienso que lo hago para canalizar la tristeza, otras tengo la certeza de que estoy haciendo «Arte». Por momentos me digo – Escribís porque es una fatalidad y, como toda fatalidad, no se puede evitar. – Trato de que el «¿por qué escribo?» no logre persuadirme con su duda existencial y me deje seguir trabajando tranquilo. Ven aahí hay otra respuesta del ¿por qué escribo? por trabajo! claro que la paga es un hambre, mi último y más famoso poema lo vendí a solamente nueve dólares, ¿quién puede vivir por nueve dólares?. Nadie, de seguro, pero parece que la miseria y los escritores han nacido juntos. Paradójicamente, la pobreza, el es precio de ser escritor (de ser artista me atrevo a decir).

A lo largo de este tiempo que escribo, he tratado de ser lo más breve posible, de no redundar en palabras ni detalles. Busco una literatura con palabras exactas y que el posible lector, ponga su imaginación al servicio del texto, para completar de esta manera, los detalles omitidos por mi parte. Creo yo que, de esa forma, hay una relación simbiótica entre el autor y el lector que propicia la literatura.

Bueno, ya van a ser cerca de las doce de la noche, habría que terminar antes de que pase la ronda de control que hacen los enfermeros.

¿Alguien quiere hacer alguna pregunta? ¿no? Bueno entonces terminamos aquí, muchas gracias por venir todos. Disculpen si fruncí un poco el ceño mientras le hablaba de paga a los escritores, hay ciertas cosas que logran sacarme de quicio y ponerme de muy mal humor.

Buenas noches para todos.

 

Por BRUNO THEILIG – Texto extraído de su libro «¿Por azar o por destino?»