SOBRE NEOLOGISMOS (Segunda Parte)

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No son neologismos los aumentativos, diminutivos y superlativos por su capacidad ilimitada de formar palabras derivadas; los adverbios terminados en –mente; palabras formadas con el prefijo ex cuando se une a radicales simples o derivados que hacen referencia a cargos, oficios o relaciones personales; los gentilicios (a excepción de los compuestos: hispanochino o judeoitaliano); unidades léxicas compuestas altamente especializadas (cistoprostatectomía) y siglas y abreviaturas (excepto cuando son la base de un proceso de formación de una nueva palabra: ufología, radar, láser).

Cuando el uso de un neologismo crece, o sea, se extiende y se generaliza socialmente, empieza a consolidarse y comienza a ser aceptado y registrado en el DRAE. Un caso curioso presenta la palabra emprestar que tiene dos significados: el primero, pedir prestado, es un verbo poco usado; pero el segundo es considerado en desuso y un vulgarismo. Por esta razón, es posible y correcta la expresión Haré los trámites para emprestar dinero al banco, puesto que emprestar puede reemplazarse por pedir prestado; sin embargo, resulta vulgar decir ¿Puedes emprestarme tu lápiz? A pesar de todo, como hablantes del español actual, sentimos ambas expresiones como incorrectas puesto que la palabra prestar es la que tiene hoy un uso mayoritario y ha relegado a emprestar a la categoría de arcaísmo. No obstante, en el ámbito económico, se sigue diciendo empréstito, que significa préstamo que toma el Estado o una corporación o empresa, especialmente cuando está representado por títulos negociables o al portador.

 

Por MARCELA RUIZ