«¿TE ACORDÁS DE TU NIÑEZ?», por FERNANDA FELICE

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¿TE ACORDÁS DE TU NIÑEZ?

¿Te acordás de tu niñez?

¿Te acordás del día que aprendiste a andar en bici sin rueditas? Quizás recuerdes el momento exacto en el que miraste hacia atrás y entonces descubriste que aquellas manos, que antes te sostenían, estaban ocupadas en dedicarte aplausos desde la otra esquina.

¿Te acordás de la popa o la mancha? El nombre del juego cambia si sos de por aquí cerquita o si naciste en otros pagos. Las reglas son las mismas y las versiones varían de acuerdo a la creatividad de cada tiempo de infancia.

¿Te acordás de la rayuela, de la soga y del elástico en los recreos de la escuela? ¿Te acordás de los refugios que buscabas para mantenerte a salvo, mientras jugabas a las escondidas? ¿Y de ese esas palabras, que eran capaces de redimirte, cuando una voz gritaba “piedra libre para todos mis compas”?

¿Te acordás de esas tardes dedicadas por completo a jugar al ladrón y el policía? ¿Y que la mayoría prefería estar en el bando de los perseguidos/as antes que convertirse en guardián o polizonte?

¿Te acordás cuando jugabas a ser superhéroe o superheroína? Cada tiempo tiene sus representantes y, si bien es cierto que el cine, la televisión, Disney y Marvel colaboran bastante, luchar contra los villanos para salvar al mundo es un juego que trasciende a las películas de turno.

¿Te acordás de los partidos de fútbol en la calle y de ese alarido que detenía incluso la mejor jugada, cuando el peligro acechaba, porque un auto asomaba la trompa en la esquina?

¿Te acordás de los gestos democráticos de la infancia, al momento de decidir la conformación de un equipo; que bastaba con dar unos pasos, haciendo un poco de equilibrio, mientras alguien decía “pan” y otra voz le retrucaba “queso”? La destreza física era una condición que valoraban algunos capitanes y capitanas. En cambio, otros/as preferían jugar con sus amigos y amigas.

¿Te acordás de ese cuento, que pedías una y otra vez, aunque lo supieras de pe a pa, desde el título hasta el punto final?

¿Te acordás de tu primera obra de arte dibujada en la pared y de los retos de los grandes, que casi nunca comprenden el talento de la niñez?

¿Te acordás de esa fórmula mágica que curaba cualquier dolor? El soplido de una madre, maestra o abuela acompañado por ese conjuro, que aseguraba que “si no sana hoy, sanará mañana”, te salvaba de visitar al doctor.

¿Te acordás de que vos también fuiste una niña o un niño? ¿Y si te animás? ¿Y si hacés el intento? Quizás esos recuerdos te ayuden a comprender mejor a las infancias de hoy, que andan pidiendo a gritos, otras veces en silencio, tiempo para crecer. Tiempo no apurado, tiempo de jugar, que es el mejor, y que nunca esté enjaulado adentro de un despertador.

 

Por FERNANDA FELICE – Licenciada en Fonoaudilogía, Profesora Universitaria, Escritora