«SALUD PÚBLICA ANIMAL, OBLIGACIÓN Y DERECHO PARA TODOS», por LUCRECIA MARTINI

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EXTRAÑAS CRIATURAS 

SALUD PÚBLICA ANIMAL, OBLIGACIÓN Y DERECHO PARA TODOS.

Por momentos parece que el tiempo permanece inmóvil y cada día nos invita a vivir lo mismo, por otros, parece que no se detiene y así fugaz nos ha traído hasta agosto. Será sin dudas este 2020 un año que recordaremos y espero nos enseñe mucho más que a usar tapabocas, alcohol en gel y a lavarnos las manos. Más allá de la importancia de estas medidas, que la pandemia no permita que olvidemos otros temas que merecen nuestra atención y acción.

La sobrepoblación de perros y gatos sigue sin resolverse en muchos pueblos y ciudades de la Argentina, el problema está, existe y es necesario reconocerlo a través de un buen diagnóstico y un enfoque integral que va desde la protección animal hasta la salud pública y ambiental. Un Estado presente hace buen uso de los recursos públicos e invierte en políticas y servicios que enseñen al ciudadano a usarlos, cuidarlos y respetarlos. Un Estado presente en los barrios educa desde el ejemplo. Hay excepciones y experiencias concretas de un programa modelo de equilibrio poblacional y pionero en el mundo que se desarrolla en municipios de distintas provincias de nuestro país, Almirante Brown en Buenos Aires, Crespo en Entre Ríos y Funes en Santa Fe, solo por mencionar algunos ejemplos

Es importante destacar que una política pública no compite con el sector privado, aunque parezca obvio muchos utilizan esa excusa para no reconocer y hacerse cargo y otros para marcar la cancha como suele decirse. Lo privado no debe tener ni tiene injerencia sobre lo público, por el contrario, el Estado es quien debe garantizar el acceso a todos, humanos y animales, a los servicios públicos como escuelas, hospitales, castraciones, vacunación y será nuestra obligación y derecho como ciudadanos, usarlos y cuidarlos y estar atentos, es nuestro dinero que es invertido en servicios para todos sin excepción. Si nosotros aprendemos esto, si lo incorporamos como una obligación y un derecho, los servicios estarán presentes más allá de las personas que ocupen determinados cargos en determinados períodos.

Así llegamos, una vez más a insistir con la necesidad de reactivar más allá de la pandemia y con todas las medidas de bioseguridad requeridas, el servicio público de castraciones de perros y gatos, descentralizado en los barrios, accesible para todos, ininterrumpido, sistemático, gratuito, temprano. Recordamos que es salud pública y el mismo Decreto Presidencial 297/20 en su art. 6° inc. 6) incluye entre los servicios esenciales la atención veterinaria, es decir, el Estado Nacional considera a la sanidad animal como un servicio esencial, si deben continuar prestando el servicio los particulares, clínicas veterinarias, con más razón debe hacerlo el Estado.

En el año 2000 la OMS incorpora el concepto una sola salud, entendiendo la interrelación y la dinámica entre la salud humana, animal y ambiental, es por eso que la problemática debe ser abordada desde el Estado de manera integral a través de las áreas de sanidad animal, salud pública, desarrollo social, educación, seguridad vial, entre otras. No solo las zoonosis o parasitosis pueden contagiarnos a humanos y animales, los perros y gatos sueltos, las mordeduras, las peleas, los siniestros viales, las roturas de bolsas de residuos o la proliferación de micro o macro basurales pueden evitarse si nos anticipamos al problema, si prevenimos con la castración temprana de machos y hembras. Si el Estado castra y vacuna, invirtiendo recursos humanos y económicos en atención primaria de la salud de animales y humanos, nos estará enseñando a los ciudadanos a cuidar y respetar no solo a los animales, también a otros humanos. La calidad de vida de todos, incluido el ambiente que compartimos, mejorarán notablemente.

Basta de excusas, la función del Estado está planteada, los funcionarios deben cumplir sus obligaciones y deberes y los ciudadanos exigirlos y transformarnos en usuarios responsables del servicio de castraciones, apropiarnos, llevar a nuestros animales a castrar antes de que las hembras tengan el primer celo o las primeras crías, lo que evitará nacimientos no deseados y también castrar a los machos. Si algo más debe enseñarnos este momento de la historia mundial, es que el servicio público de castración no debe postergarse, por el contrario, deben extremarse los cuidados y dentro de las posibilidades incrementarse, porque la reproducción no espera y el nacimiento de las crías también es exponencial. Así como prevenimos usando tapabocas, alcohol en gel y el lavado de manos, la castración de animales domésticos y la vacunación antirrábica deben incorporarse como hábitos para mejorar la calidad de vida de los animales, de los humanos y del ambiente, una sola salud, salud pública, Estado presente, ciudadanos agradecidos y responsables.

 

Por LUCRECIA MARTINI . Licenciada en Comunicación Social / Proteccionista