EDITORIAL

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El tema ha sido tratado de manera casi ininterrumpida. El tema es un problema. A tal punto el tema es un problema, que lleva el nombre del problema y no del tema. Parece un juego de palabras. Pero resulta más claro cuando se enuncia: INSEGURIDAD.

Forma parte de las principales preocupaciones de los ciudadanos de todo el país, de nuestra Provincia, y también de nuestra zona.

Zona que hasta no hace mucho veía ciertos hechos relativos a la inseguridad solamente desde lo que trasladaban los medios de comunicación de alcance nacional o provincial, pero que desde hace un tiempo forman parte de nuestra realidad cotidiana.

Lejanos quedaron los días en los que nuestra principal preocupación en relación a esta problemática se reducían al robo de una garrafa, de alguna ropa desplegada en un tendedero de patio o como máximo de una bicicleta, sin desdeñar el perjuicio que esos actos conllevaban para las víctimas.

Pasa que han sucedido hechos mucho más extremos que como se apuntaba más arriba pasaron a formar parte de nuestra cotidianeidad. Palabras como “entraderas” o “escruches ya no son desconocidas. Y modalidades tales como ingreso de delincuentes a casas reduciendo a sus víctimas no son ya extraordinarios.

Cuando se puso en funcionamiento la línea 911, creímos venía a dar soluciones. Lamentablemente no es así, una dinámica poco ágil, donde quien atiende el llamado eslabona pregunta tras pregunta mientras los minutos pasan antes de dar aviso a la fuerza policial, desemboca en un procedimiento que resulta de una utilidad mucho menor a la esperada.

Los hechos se han sucedido en los últimos días, casi de manera simultánea al nombramiento del nuevo Director de Policía de la URIV: un robo de herramientas por un monto de $ 100.000, robos a dos agencias de quinielas, robo del auto de un albañil que dejó su vehículo en la puerta de su casa a plena luz del día y sólo por pocos minutos, un engaño telefónico a un adulto mayor que derivó en sustraerle una importante cantidad de dólares, y hasta una docente interceptada en la ruta que une a Fuentes con Coronel Arnold por un automóvil que transportaba a tres hombres con ropas de policías, y que hasta incluyó un disparo de arma de fuego al interior del habitáculo del auto conducido por la joven, lo que pudo terminar en tragedia (los tres delincuentes fueron detenidos) y el robo a las 9 y media de la mañana de este martes de un almacén en Barrio Granaderos a Caballo con un botín de $ 30.000..

Esa es la incómoda sensación que experimentamos desde hace un tiempo: que estamos transitando por una delgada línea que nos separa por ahora de lamentar una víctima fatal.

En todos los casos, las víctimas y sus familiares hablan de buen proceder de la policía local. Evidentemente algo falla desde otro lugar, y excede notoriamente a las autoridades locales, tanto policiales como políticas.

En esta semana, se ha nombrado a un nuevo fiscal que vendrá a reforzar el trabajo de las dos fiscales que tienen a su cargo el Ministerio Público de la Acusación con sede en Casilda.

A la hora de redactar este Editorial, el Ministro de Seguridad de la Provincia se veía envuelto en un confuso episodio traducido en la difusión de algunas escuchas en que su voz aparece, y que puede llevar a tener profundas connotaciones.

Lo cierto es que nos sentimos en un total estado de vulnerabilidad, como nunca antes.

Y lo cierto es también que así no es posible continuar. Naturalizar semenjante estado de situación es, además de notoriamente injusto, claramente peligroso.