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sábado, octubre 19, 2024
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EDITORIAL

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Más allá del hecho puntual, el que fue repugnantemente utilizado políticamente por varios sectores, y sin adentrarnos en un tema por demás profundo y todavía inexpugnable como lo es el suicidio, quizás tan desgraciada situación pueda hacernos reflexionar como sociedad acerca de lo qué hacemos con nuestros mayores.

A diferencia de lo que ocurre en las culturas orientales, donde los ancianos son venerados y considerados fuente de sabiduría y de consulta permanente, en nuestras culturas occidentales tendemos a considerarlos material de descarte, arrumbándolos en los rincones, sea esta expresión metafórica o literal.

Por un lado, los gobiernos –y ninguno escapa a esta metodología- parecen considerar que los mayores, cuando llegan a esa edad de la vida en que todo debiera ser disfrute, tranquilidad y comodidad, han de sobrevivir con jubilaciones tan cortas como el breve tiempo que el exiguo dinero que reciben, prácticamente una limosna, les llega a durar. Más aún en esa etapa en que justamente la necesidad de una alimentación adecuada, la medicación recomendada y las condiciones de habitación debieran ser cubiertas sin sobresaltos. Y mucho más aún, cuando todo cuesta tanto que una visita a la farmacia, la carnicería, la verdulería o el almacén muestra claramente que ese dinero se evapora de las manos.

Por otro lado, la actitud que mostramos ante nuestros viejos. Como si ya nada pudieran ofrecer, cuando en realidad pueden por su experiencia de vida darnos más de una respuesta. “Exiliándolos como fantasmas con memoria”, como dice la canción. No hay que dar demasiados ejemplos: basta abrevar en el lenguaje cotidiano, cuando la palabra “viejo” se utiliza en más de una oportunidad peyorativamente, como un descalificativo. Cuando en realidad debiera ser un grado, un honor, una alta valoración.

Tal vez, lo trágicamente ocurrido en la sede de ANNSES de la Ciudad de Mar del Plata, con toda su carga de dolor, pueda al menos ser un despertar de una nueva concepción tanto de quienes nos gobiernan como de todos quienes integramos una comunidad, para una nueva concepción hacia nuestros adultos mayores. Basada en el respeto, la consideración, la contención y la justicia.

O como dice la misma canción, por si no fuera suficiente las mil y una muestras del destrato que nuestros abuelos reciben, “si simplemente todos, recordáramos que todos, llevamos un viejo encima…”

PLEGARIA POR LOS ANIMALES

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Padre Nuestro  que estás en todos lados,

desciende te ruego a la Tierra

para proteger con tu infinita bondad

a los animales que con tanto amor creaste.

Este, tu Reino,  nada es  sin ellos.

Qué sería, Señor, de nuestras vidas,

sin esas maravillosas criaturas

en las que dejaste tu huella.

Porque son el  fiel reflejo

de un amor excelso, puro, sin mancha

que nos acerca a tu Preciosa Esencia.

En la mirada ancestral y cristalina

de un lobo, un delfín, un águila, un perro,

nos acercamos al secreto de la vida.

Venga entonces a nosotros los hombres tu Reino

para entenderlo de una vez y para siempre:

tu  Santa Voluntad

es que los amemos, cuidemos y respetemos,

que los defendamos de mal llamados hombres

que reniegan de su esencia humana

cada vez que les procuran sufrimiento.

Animales de la Tierra, del Agua y del Cielo

que embellecen y completan  nuestros días.

Danos hoy Señor la claridad de entendimiento

para hacer por ellos lo que Tú haces por nosotros.

Todos los días, cada día, sin pausa.

Danos el Pan de la Nobleza y la Solidaridad,

para cobijar a los animalitos desvalidos, maltratados y sufridos.

Y el Pan del Coraje para luchar por las causas que les conciernen.

Perdona además Señor las ofensas

que el género humano reiteradamente infringe a ese Reino.

Eso sí, difícil que nosotros perdonemos a quienes los lastiman.

No nos dejes caer en la tentación de olvidar cada sufrimiento,

cada maltrato, cada muerte injusta, cada experimento inescrupuloso,

cada abandono, la desidia, cada acto de salvajismo.

Líbranos del mal de prescindir del respeto hacia tu Reino Animal,

que es el nuestro !!!!!!!

Te lo pido Señor desde lo más profundo de mi corazón

especialmente en el Día del Animal,

y siempre.

Amén.

 

 

Por MARÍA ROSA INFANTE

SEMBRAR EL BIEN

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Una fábula de Esopo dice que un esclavo llamado Androcles tuvo la oportunidad de escapar un día y corrió a la foresta. Y, mientras caminaba sin rumbo, llegó donde yacía un león, que gimiendo le suplicó: “Por favor, te ruego que me ayudes, pues tropecé con un espino y una púa se me enterró en la garra y me tiene sangrando y dolorido”.

Androcles lo examinó y gentilmente extrajo la púa, lavó y curó la herida. El león lo invitó a su cueva, donde compartiría con él el alimento.

Pero, días después, Androcles y el león fueron encontrados por sus buscadores. Llevado Androcles al emperador, fue condenado al redondel a luchar contra los leones. Una vez en la arena, fue suelto un león, que empezó a rugir y a buscar aa su víctima. Pero, a medida que se le acercaba, reconoció a su benefactor y se lanzó sobre él, pero para lamerlo cariñosamente y posarse en su regazo como una fiel mascota. Sorprendido el emperador por lo sucedido, quiso conocer la historia y finalmente perdonó al esclavo y liberó en la floresta león.

Los buenos actos siempre son recompensados.

Nuestra vida está regida por la ley de la siembra y la cosecha. Mucho de lo que hemos recogido hasta el momento ha sido el producto de lo que sembramos. La siembra tiene que hacerla cada uno desde su propio lugar, sin esperar que surjan actitudes mágicas, ni exigiendo a otros que hagan ciertas cosas por uno cuando uno nunca hizo nada por ellos.

La persona madura es la que sabe darse, más que esperar que le estén dando siempre, como el niño que todo lo espera de sus padres. A medida que pasa el tiempo, se va creciendo cuando se aprende a compartir. Se trata de sembrar las mejores semillas de la vida para recoger los mejores frutos.

La semilla principal que hay que sembrar es la de ser virtuoso haciendo el bien a los demás en todas partes.

Siempre recuerdo a mi padre Rogelio, que en una oportunidad dirigió la palabra a un grupo de gente que me acompañaba para celebrar los 15 años de ordenación sacerdotal en Casilda, y dijo: “Le deseo a Jorge que en todas partes siga haciendo el bien a los demás”. Eso me quedó muy grabado, y trato de hacerlo en medio de las limitaciones de mi vida.

Es un desafío constante, como dice el Salmo: “El que con lágrimas anda, llevando la semilla de la siembra, en verdad volverá con gritos de alegría, trayendo sus gavillas”.

 

 

Por JORGE NARDI

DOLORES CRÓNICOS: NUEVO ENFOQUE, NUEVAS PERSPECTIVAS

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El dolor crónico es el malestar que probablemente motiva la mayor cantidad de consultas a los profesionales de las distintas especialidades del sistema de atención a la salud.  El dolor es básicamente una experiencia sensitiva acompañada  de estados emocionales psicológicamente amenazadores. El dolor es una fuerza de influencia negativa y desalentadora en muchos casos haciendo difícil la experiencia diaria y vital de las personas. Es una vivencia sensorial compleja, compuesta de dolor recordado, de la experiencia actual del dolor y de la anticipación del dolor futuro. Por lo tanto, el dolor inmediato es aumentado por el dolor pasado y exagerado por futuras posibilidades de sufrirlo. Nada intensifica más el dolor que darnos cuenta de que mañana también lo sufriremos. El dolor puede ser emocionalmente irritante, problemático, incapacitante, amenazador, rebelde, vitalmente peligroso o puede atraer la atención total del que lo sufre al punto de aislarlo, recluirlo e incluso incapacitarlo para desarrollar una vida social normal. Pero, existe por debajo otra realidad: en muchos casos el dolor se tornó crónico porque quedó capturado en el área de la memoria somática del sistema nervioso central como si fuera una isla, hizo hábito y vuelve repetidamente. Debemos incluir otros malestares corporales, entre ellos la Fibromialgia, también diagnosticada “cansancio crónico”. El caso de de un paciente que soportaba una tenaz lumbalgia desde hace años, ilustra y confirma esta idea; este hombre, en la despedida del alta, recordó mi pregunta de la consulta inicial: “¿quién será usted sin ese dolor de cintura?”,  a continuación  me dijo: “Hace tanto tiempo que lo tenía que parecía formar parte de mi personalidad”. Otra paciente, después de comprobar la desaparición de su cefalea crónica, me comentó con sorprendente sagacidad: “Ese malestar ya no lo necesito”.  Para mí, la relación clínica esencial es estar verdaderamente interesado y sensibilizado con el sufrimiento del paciente.

En el año 2012, en el Instituto Neurológico de Buenos Aires, el Dr. Joaquín Andrade, master en psico-neuro-inmuno-endocrinología de la Universidad Favaloro, dirigió y supervisó una práctica clínica con un numeroso grupo voluntario de personas que sufrían diversos dolores y malestares crónicos. El objetivo fue comprobar un método de origen canadiense sin uso de fármacos creado a partir de descubrimientos realizados en el área de las neurociencias. Los resultados confirmaron la eficacia del mismo: Excelente, 78% del total de los tratados; bueno: 9%, regular: 8%, sin respuesta: 5%. Se hizo un seguimiento evaluativo hasta 30 días después confirmando esos resultados satisfactorios. Cabe agregar, que no hubo ningún efecto adverso durante el tratamiento ni posteriormente al mismo.

El cerebro está constituido de tejido vivo; si se lo estimula adecuadamente produce nuevas vías neuronales creando analgesia natural. Los nuevos métodos clínicos de  integración cerebral hacen posible tal resultado. Esto se confirma en la práctica clínica al estimular las vías, circuitos y centros cerebrales involucrados generando tres efectos benéficos simultáneos: a) reducción de la hiperactividad emocional provocada por el sufrimiento; b) rápida baja de la ansiedad generada por la idea anticipatoria del dolor futuro; c) activación del estado de desensibilización general del malestar. Los benéficos resultados del método de analgesia natural, han sido constatados en las respuestas satisfactorias de las personas tratadas sobre la base de evidencias clínicas comprobadas.

 

 

 

Por RAÚL LEANI

 

GRANDE ES AQUÉL…

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Después de Cristo, hay otro judío al que admiro profundamente: Daniel Barenboim.

Nació en Buenos Aires el 15 de noviembre de 1942. Pianista y director de orquesta argentino, de nacionalidad, español, israelí y palestino. Hijo de músicos. Debutó en Buenos Aires a los siete años. Las distinciones obtenidas a lo largo de su carrera son doce, pero aquellas las que no se registran, reales e ideales, superan los millones.

Autor de varios tangos. En diciembre de 2006 dirigió el Concierto de Año Nuevo en Buenos Aires cuyo repertorio fue “Tango Sinfónico”

En una de sus presentaciones por televisión, tuve la suerte de verlo dirigir a la Orquesta Sinfónica de Berlín, en Alemania. Les cuento, a aquellos que no la tuvieron, que para finalizar eligió la milonga “Taquito militar” de Mariano Mores. Creí que en algún momento, se me reventaría el corazón. Lo vi después que terminó,  agradeciendo  al  público, que lo aplaudió de pie por varios minutos.

El 7 de julio de 2001, Barenboim dirigió la Staatskapelle de Berlín en la representación de la ópera de Wagner “Tristán e Isolda” en el festival de Israel  celebrado en Jerusalem. Fue llamado “pronazi” y “facista”, por algunos de los presentes, algo parecido a lo que le pasó a Jesús, cuando lo atacaban los escribas y fariseos.

Cosas que no se comprenden.  Fue soldado de la “Guerra de los seis días” en sus comienzos, más tarde, favorecido por la ayuda de su segunda esposa, la famosa cellista Jackeline du Pré, logra que se lo reciba en Inglaterra como director de orquesta. Objetivo central para su carrera. Paradójicamente, Martha Argerich viaja a estudiar a Europa con una beca que le da el Peronismo y con el tiempo, como pianista  adquiere un relieve que Barenboim jamás consigue.

En 1999 junto al escritor estadounidense de origen palestino, Edward Said, al que lo unió una gran amistad, fundó la West-East Divan Orchestra, una iniciativa para reunir cada verano, un grupo de jóvenes músicos talentosos tanto de origen israelí, como de origen árabe.

El 12 de enero de 2008, después de un concierto en Ramala, Baranboim aceptó  la ciudadanía palestina honoraria. Se convirtió así en el primer ciudadano del mundo con ciudadanía israelí y palestina y dijo que la había aceptado con la esperanza de que sirva como señal de paz entre ambos pueblos.

Soy un ignorante en cuanto al valor que tienen las corcheas y todas esas yerbas, sin embargo disfruto del placer que la música me regala. Si a ello le agrego la importancia del que la trasmite y descubre mi alma,  me arrodillo y lo bendigo.

 

 

 

Por ARMANDO ABEL CAVALIERI

 

EMPATE CON SABOR A TRIUNFO PARA LAS ALAZANAS

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En esta oportunidad viajaron a Roldan para tratar de volver al triunfo pero el resultado final indicó otra cosa. Fue empate en dos ante Sportman de aquella localidad. Con este resultado, las Alazanas quedaron a tres puntos de la clasificación.

Valeria Ferreyra fue la autora de los dos goles de Alumni, ambos de pelota parada. Cabe destacar que al conjunto casildense le anularon un gol insólito, que les hubiera permitido quedarse con el triunfo.

Tras esa jugada, Cindy Flores, se quejó ante la autoridad máxima del partido y este decidió expulsarla. La defensora, se perderá el próximo partido ante Cremería, donde Alumni necesita ganar para no perder la chance de clasificar.

La próxima fecha de la Liga Cañadense de Futbol Femenino, se jugará en el estadio Gigante de Arroyito, hermosa oportunidad para las chicas de alumni.

AVANZA EL CORDÓN CUNETA EN BARRIO ÁNGEL RÍOS

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La Secretaría de Obras y Servicios Públicos está cerca de finalizar las obras de mejoramiento de calles en barrio “Ángel Ríos” (UOM), donde se encuentra realizando el cordón cuneta en calle 12 de Abril.

Las tareas comenzaron con la preparación del suelo, el nivelado, abovedamiento y se realizó el  cordón cuneta con el hormigonado correspondiente, resta colocar el estabilizado.

Otra de las calles intervenidas es Centenario, donde se realizó un trabajo similar de preparación del suelo, nivelado, abovedamiento, hormigonado, y agregado del estabilizado.

“Es una deuda histórica con este barrio la que estamos saldando” indicó el intendente Sarasola. Y agregó que “desde que se inauguró el barrio se prometió que se iban a abrir las calles y que fueran transitables. Ahora venimos a dar respuesta a estos vecinos que estaban esperando desde hace tanto tiempo”.

Estos trabajos de estabilizado y re estabilizado continuarán desarrollándose en los distintos barrios de la ciudad.

PIES DESCALZOS

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Todos solemos recordar cuál fue nuestro primer contacto con el sufrimiento o las carencias de los otros.

En mi caso habré tenido cinco años, estábamos con mi familia recién llegados a Chañar Ladeado, bucólico y próspero pueblo del sur santafesino. No conocíamos todavía a nadie y vivíamos en las habitaciones de atrás de la confitería bailable que mis jóvenes hermanos varones habían inaugurado, precursora en la zona y merecedora de un relato aparte.

Mientras papá y los chicos alternaban entre el oficio tradicional de carpinteros de los Infante y Boom’70, que así se llamaba el boliche, yo acompañaba a mamá a cada lugar donde ella iba. Todavía no había hecho amigos,  tampoco empezado el primer grado.

Así que mis días pasaban lentamente mirando hacer a los míos, dibujando, jugando sola con lo que la imaginación dictara, viendo a la vieja coser para los hombres, para mis pocas muñecas y para mí. Yendo a misa con ella, sentándonos a la derecha en los bancos de atrás. Haciendo mandados y mirándola cocinar.

Vivíamos por la calle Italia, frente al gran hotel del mismo nombre. Y me encantaba ir tomadas de la mano hasta la panadería de la esquina, un par de cuadras más allá. Siempre amé –y amo … ¿y quién no ?- el perfume fragante del pan recién horneado. Amén de las tortitas negras, mi locura hasta la fecha.

A mitad de una mañana de otoño quizás, fresca y soleada, y digo tal vez porque hoy algo en el aire me llevó a ese momento, tuve mi primera experiencia con la carencia ajena, de un modo manifiesto.

Estábamos esperando turno para ser atendidas y entró una nena más o menos de mi edad, con un vestidito liviano de florcitas y mangas cortas, cabello al hombro, despeinada, cara sucia pero de suciedad reciente, bigotes de café con leche imagino. Enorme sonrisa y descalza. A pedir bizcochos, que le dieron con respeto y afectuosamente.

La miré fijo y mamá me miro a su vez, haciéndome entender que no estaba bien que la observara así. La nena me  sonrió como un sol, salió y se sentó en el umbral de la panadería, sin abrir la bolsa, jugando con unas piedritas casuales a hacer garabatos en la vereda.

Mientras esperábamos adentro nuestro pan francés y mi tortita negra, abracé a mami y me puse a llorar, pensando en los piecitos descalzos de esa nena  tan parecida a mí.

Mamá me secó las lágrimas, se puso a mi altura y me dijo:“¿Qué te parece que podemos hacer?”. Le contesté rápido “comprarle zapatos”. Pero mi viejita sabia me preguntó “¿y los tuyos?”. Miré entonces mis guillerminas blancas  … eran mis zapatos amados, no tan nuevos, pero los de salir, no tenía muchos, solamente esos y otros oscuros para la escuela.

Dudé y quise no tener que hacerlo, me dolía.  Pero más aún dolía la nena descalza, cómo hería. Salí, me descalcé y se los di. Con asombro me sonrió, abrió la bolsa y me convidó un bizcocho.

Volví a casa upa de mamá, dos cuadras, era menuda pero no un bebé, pobre madre mía y su cintura. Con el canasto colorido del pan tibio.

Después de mucho tiempo, pude entender esa pequeña gran lección, una de tantas que la vieja me dio en su larga vida: caridad no es dar aquello que nos sobra. Es compartir las cosas que son valiosas para nosotros con quienes no las tienen. Y esto aplica no solamente a lo material.

Los años pasaron. En los pueblos chicos los infiernos son grandes, pero los pobres no son anónimos. Y si supieran … si supieran qué buen destino pudo forjarse la nena de pies descalzos. No puedo, juro que no puedo decirlo pero quizás ella sabe, como yo sé, de qué cosa estoy hablando. Porque hoy ella lleva su amor y su solidaridad allí por donde va. Devuelve, porque es generosa.

También supe, cuando pasó la vida, que mamá de pequeña debía compartir con sus hermanas los únicos zapatos decentes que tenían, aún siendo hijas de zapatero, ya que vivieron épocas duras. Acostumbraban a andar descalzas por las callecitas del pueblo italiano de montaña.

Como soy de las que van atando cabos, permanentemente, un recuerdo allí, otro más acá,  uní historias,  até momentos con un hilo invisible y la trama apareció ante mí. Entendí el por qué de su gesto.

Y agradecí la enseñanza.

Por MARÍA ROSA INFANTE